Con el trascurrir del tiempo hemos presenciado un despertar ciudadano, son muchas las voces que despiertan del letargo donde por años no ha sumido la politiquería, cada vez más, va aumentando el rechazo, inconformismo y la exigencia de un cambio de las costumbres políticas que nos permita vivir en una nación en paz, con justicia, equidad, oportunidades que conlleven al bienestar de nuestra gente.
Para eso es necesario unificar criterios, apartarnos de la pasión política, y basarnos en la constitucionalidad y legalidad de las actuaciones y decisiones, no podemos permitir que por favorecer al grupo político de nuestros afectos y sus intereses pretendamos cambiar las normas establecidas.
En su momento critique y rechace el actuar de un sector político que nos gobernaba por cambiar la constitución, legislar y situar todo el aparato estatal a su beneficio para lograr perpetuarse en el poder; causando un desequilibrio de poder y un rompimiento de los pesos y contrapesos que garantizan nuestra democracia.
Por otra parte contrapongo que los gobiernos hagan caso omiso a la voluntad popular, quienes por medio de los mecanismos de participación que nos brinda la constitución tomo una decisión, violentando con ello principios fundamentales de la democracia como el de secularidad que establece que todo orden social es construido y el de lo público que instaura que lo publico se construye desde la sociedad. Es por ello que si algún mecanismo no consigue la aprobación del pueblo debe respetarse esa decisión, aunque para muchos haya sido una decisión mal tomada o desacertada.
Entre tanto celebre el proceso de paz, soy un convencido que es el mecanismo idóneo y eficaz para dar por terminado este episodio de terror, dolor y sangre que ha marcado la vida de la mayoría de compatriotas, pero también es inconcebible que actores fundamentales de estos acuerdos, los incumplan, desaparezcan o retomen las armas por presuntas nuevas investigaciones que los verían abocados a nuevos juicios, deberían asumir con entereza y compromiso lo firmado, demostrando así su voluntad de cumplir a cabalidad con la verdad, justicia y reparación.
Así mismo debo rechazar y criticar el mecanismo y actuar de cierto líder, que representa y despierta la esperanza de cambio de muchos compatriotas, pero que infortunadamente recurre frecuentemente a la instauración de acciones judiciales para lograr que sus objetivos políticos se concreten, no podemos aspirar cambiar el ordenamiento legal de acuerdo a nuestra conveniencia, con la excusa de persecución política y vulneración de nuestros derechos en hacer oposición al sistema que nos gobierna.
Colombia tiene una variedad de ideales políticos, unos son de derecha, otros de izquierda y otros en cambio son de centro, pero solo tenemos una sola constitución y ordenamiento jurídico, el cual propende por garantizar y proteger los derechos de todos los ciudadanos, no pretendamos acomodarlos al ideal o pensamiento de acuerdo al grupo que pretenda hacer valer.
Si anhelamos un mejor futuro, donde la justicia, equidad, bienestar, progreso y desarrollo prevalezca debemos respetar las decisiones del pueblo, administrativas y la justicia, deponer nuestros odios y entender que todos tenemos opiniones y pensamientos, pero que ante todo buscamos una mejor nación, por ello es necesario el consenso respetando nuestras diferencias.