Por: Katherine Erazo- Pares-
El presidente Gustavo Petro ha realizado un movimiento estratégico en su equipo de gobierno, que ha despertado reacciones divididas en el ámbito político. Laura Sarabia Torres, conocida como la figura más cercana al mandatario y hasta ahora directora del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre), ha sido nombrada canciller de Colombia. Su nombramiento no solo refuerza su posición como una de las personas de mayor confianza de Petro, sino que también la coloca al frente de las relaciones internacionales del país en un momento de alta complejidad política y económica.
Sarabia ha sido descrita como el “número dos” del gobierno Petro, una figura imprescindible en la articulación de decisiones clave y en el manejo de la agenda presidencial. Durante su gestión en el Dapre, su oficina estuvo a escasos metros del despacho presidencial, consolidando su papel como la sombra del mandatario. Con su ascenso a la Cancillería, Sarabia enfrenta el desafío de proyectar la política exterior de Colombia bajo un enfoque progresista y orientado hacia la paz, una de las banderas del Gobierno.
Sin embargo, su llegada al Ministerio de Relaciones Exteriores no está exenta de polémicas. Su nombre ha estado asociado a controversias como el caso del polígrafo aplicado a Marelbys Meza, su exniñera, que derivó en la salida del coronel Carlos Feria, jefe de seguridad de la Casa de Nariño.
El nombramiento de Sarabia no es el único movimiento relevante en el gabinete de Petro. Mauricio Lizcano, ministro de las TIC, presentó su renuncia recientemente. Lizcano, quien llegó al gobierno con críticas por su asociación con la política tradicional y su pasado en el Partido de la U, destacó avances en inteligencia artificial durante su gestión, pero su salida podría estar vinculada a nuevas aspiraciones políticas.
El exministro deja un legado mixto, marcado por logros tecnológicos y acusaciones de acoso sexual que nunca llegaron a instancias judiciales. Su renuncia alimenta rumores de una posible reestructuración más amplia en el gabinete, con nombres cercanos al exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, barajándose como sus posibles sucesores.Los cambios en el gabinete reflejan tanto las tensiones internas del gobierno como las estrategias políticas de cara a los desafíos que enfrenta el país. El remezón ministerial podría interpretarse como un intento de Petro por consolidar su equipo con figuras leales, en un momento en que su proyecto político busca ganar estabilidad y apoyo popular. Sin embargo, los movimientos también dejan entrever fisuras en su administración y una creciente presión por resultados tangibles.
Con Laura Sarabia al frente de la Cancillería y el futuro del Ministerio de las TIC en el aire, el gobierno de Petro enfrenta un escenario complejo. Estos cambios no solo redefinen las dinámicas internas del Ejecutivo, sino que también impactan la percepción de la opinión pública sobre la capacidad del presidente para liderar un gobierno cohesionado y efectivo.
¿Será esta jugada un acierto estratégico o un preludio de mayores desafíos?
El investigador de la Línea Democracia y Gobernabilidad de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares), Alejandro Chala, sostiene que los recientes movimientos ministeriales del gobierno de Gustavo Petro no son sorpresivos. Según Chala, desde noviembre de 2024 ya se especulaba sobre un posible remezón en el gabinete, impulsado por dos factores principales.
Por un lado, varios ministros y ministras tienen intereses electorales para las elecciones de 2026, ya sea como candidatos presidenciales, al Congreso o en listas parlamentarias. Por otro lado, el gobierno busca consolidar su posición al integrar a figuras de confianza en cargos estratégicos, en un contexto donde la gobernabilidad y la negociación con el Congreso se perfilan como retos cruciales para el tramo final de esta administración.
Chala explica que los cambios ministeriales responden al interés de ciertos funcionarios por evitar inhabilitaciones que les impidan aspirar a cargos de elección popular. Figuras como Luis Gilberto Murillo, que busca posicionarse como precandidato presidencial, son ejemplos de cómo el panorama político comienza a configurarse en torno a las elecciones. Mientras tanto, el gobierno utiliza esta oportunidad para reforzar su gabinete con personas cercanas, asegurando alineación política en un escenario de alta complejidad.
Uno de los cambios más destacados es el nombramiento de Laura Sarabia como ministra de Relaciones Exteriores. Hasta ahora, Sarabia ha sido una figura clave en la administración Petro, caracterizada por su capacidad de gestión, su enfoque en la microgerencia y su habilidad para establecer relaciones estratégicas. Aunque su perfil no es ideológico, Chala anticipa que Sarabia se enfocará en fortalecer el relacionamiento internacional con cooperantes, empresarios y bloques económicos, más que en liderar posturas ideológicas en política exterior.
Para Chala, estos movimientos no representan cambios estructurales en las políticas públicas. Por ejemplo, en caso de que Belfort García asuma como ministro de las TIC, se prevé que continúe la línea trazada por Mauricio Lizcano, enfocada en la transformación digital y el fortalecimiento de la inteligencia artificial. Asimismo, la llegada de Jorge Rojas al Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) refuerza la estrategia del gobierno de consolidar su gabinete con figuras de confianza absoluta.
Desde la Línea Democracia y Gobernabilidad de Pares se plantea que estos cambios ministeriales responden más a la necesidad de blindar al Ejecutivo en términos de lealtad y gobernabilidad que a una intención de transformación sustancial. Aunque los ajustes reflejan un movimiento calculado para enfrentar los desafíos políticos de 2026, también dejan entrever las limitaciones de un gobierno que opta por reducir el margen de maniobra a cambio de reforzar la cohesión interna.
El impacto de estas decisiones dependerá, en última instancia, de la capacidad del gabinete para articular políticas efectivas en un entorno político cada vez más polarizado.