“El lenguaje es el bien más precioso y a la vez el más peligroso que se ha dado al hombre.” Hölderlin
Todos los 23 de abril de cada año, se celebra en los países de habla hispana incluyendo Colombia; el día del idioma, como homenaje al recuerdo imborrable de uno de los más grandes escritores de todos los tiempos: Miguel de Cervantes Saavedra; y coincidencialmente para beneplácito de muchos, en dicha fecha se conmemora en Bello el nacimiento de don Marco Fidel Suárez – Abril 23 de 1835 -; ello por cuanto ha sido uno de los más castizos escritores, autor de importantes y destacados estudios gramaticales; a través de los cuales le hizo grandes aportes al idioma castellano y/o español, tal y como lo han reconocido los más eruditos científicos de la lengua española; ello con serias e importantes repercusiones para el lenguaje y para la sociedad hispano parlante.
No obstante la inevitable y evidente interrelación suscitada entre el idioma, lenguaje y sociedad; sorprende el hecho de que en nuestro país en términos generales, sólo se habla de dos de los autores, practica y únicamente a manera de semblanzas, tanto de sus producciones literarias como de sus propias vidas. Es así como se celebra en Colombia el día del idioma y se reduce prácticamente dicha conmemoración a una serie de conversatorios sobre Miguel de Cervantes Saavedra, relativos a apuntes sobre su vida, sus obras; de la misma manera, se hace una lectura de apartes de sus obras mas representativas; acompañadas de recitales poéticos y muestras musicales. Y en algunos municipios como en el nuestro; se hace énfasis en dicha programación, pero resaltando la persona de don Marco Fidel Suárez y los aportes de éste a la lengua española.
Digo asombrarme toda vez que ante tan trascendental evento y frente a la importancia que reviste dicho concepto, el idioma y sus alcances; se reduce su conmemoración, a una simple recordación de dos vidas y sus respectivas obras que incluso se remembran cada año, y una vez pasa dicha “festividad”, las palabras se las lleva el viento y los textos leídos y recordados siguen, parafraseando a Vargas Llosa; “descansando el sueño iluso de sus autores en los anaqueles del olvido.”
Ciertamente el Idioma, y con el, el lenguaje dentro de la sociedad deben de superar urgentemente esa monotemática celebración que no ha ido en nuestro país más allá de una melancólica celebración, acompasada del lenguaje bullicioso de las bandas marciales de guerra y los arreglos florales para fiestas mortuorias; lo cual opaca realmente el alcance de la festividad y su importancia.
De ahí que se hace necesario resaltar y dimensionar realmente el papel que a lo largo y ancho de la historia de la lengua española, han jugado y siguen jugando, tanto el idioma como el lenguaje en nuestras convulsionadas sociedades.
“La lengua, aunque se articula en un sistema lingüístico y se asienta en el hombre adquiere su dimensión cultural y comunicativa en cuanto se socializa, es decir, en cuanto se inserta y se desarrolla en la sociedad, en cuanto vive en ella y en cuanto es vehículo de comunicación y, por tanto, de transmisión lingüística y cultural en tiempo y en el espacio.”
En efecto, es evidente en este texto la imbricada relación lengua, lenguaje, idioma y sociedad; relación que connota de hecho, el lenguaje como comportamiento social; y en ese orden de ideas el mismo se convierte en el instrumento fundamental por el que son transmitidos los modelos de vida, la cultura, la manera de actuar, de pensar; e incluso las propias normas y valores propios de cada sociedad.
Instrumento que al utilizar el vehículo del idioma, para expresar aquello relativamente humano, nos permite visionarlo tanto como un instrumento de la comunicación de las ideas, de la cultura, de la vida, de la paz, etc.; como el verlo cual artífice de la construcción simbólica de la realidad en la que se desarrolla el lenguaje.
Por ello no se compadece que si el papel que juega tanto el lenguaje como el idioma, es tan supremamente trascendental en las sociedades en las cuales ambos se entrecruzan, se predican, se dinamizan; en síntesis, se confunden; el mismo durante las festividades abrilescas se minimiza y no se le permite ver su real alcance, su cabal dimensión. ¿Por qué se sigue hablando en cada celebración de la fiesta del idioma, referidas a los dos ilustres lingüistas en cita y; a sus obras y “nada más”? al respecto habrá de recordarse lo dicho por Hölderlin; «El lenguaje, es el más peligroso de los bienes».
Ciertamente, hoy no es posible que en tan trascendental festividad se hable única y exclusivamente del lenguaje cervantino o del lenguaje de don Marco Fidel Suárez. Ello por que no son precisamente tales lenguajes los que actualmente se habla en las sociedades hispanas.
No, hoy se hace importante es hablar del lenguaje o del idioma español, pero también en su real dimensión; es decir; cual instrumento de comunicación y entendimiento humano, como oposición al también anacrónico lenguaje bárbaro, el lenguaje de la no comunicación del no entendimiento.
Se hace necesario hoy el hablar ya de un lenguaje distinto al que también desde hace ya varias décadas atrás se viene hablando en nuestra geografía nacional, incluyendo a nuestros municipios; el lenguaje del odio, de la intolerancia, de la corrupción, del divorcio, de la confrontación, del hambre, del secuestro, del terrorismo, de los conflictos internaciones, de la devastación ambiental etc.; etc.; ciertamente, hoy se precisa hablar entonces del lenguaje del amor, del respeto, de la transparencia, de la unidad, de la disertación y del dialogo; del alimento, de la libertad, del pacifismo; del ecosistema; de la reconciliación, del respeto por la diferencia, de la gobernabilidad, de la anticorrupción, de la verdadera política al servicio de los intereses de todos y no de los partidos, de la postmodernidad pero también de la modernidad, de las no fronteras invisibles, de la verdad, de la justicia y de la reparación, del antiminas personal, del antisecuestro, de la anti – reelección, de la verdadera Justicia, de la vida, de la lectura, de la crítica, de la participación ciudadana y comunitaria, de lo razonable; en síntesis; se requiere del lenguaje de vos, de mi de nosotros, de todos y para todos.
Pues no habrá jamás de olvidársenos siguiendo al poeta lírico alemán Friedrich Hölderlin, que el lenguaje y su instrumento, el idioma en nuestras sociedades, es, entre tantas cosas, un arma que puede servir para serenar o para intranquilizar, para explicar o para confundir, para acusar o para absolver, para investigar o para distraer; y en esta lucha de los contrarios, se sugiere desde ahora, el cambio de discurso; una nueva dialéctica del lenguaje, para empezar a cambiar el lenguaje de las armas por las armas del lenguaje; éste último como un verdadero instrumento de paz al servicio única y exclusivamente de las sociedades civilizadas.