“Llegó la hora de hacer dos conferencias de paz de manera inmediata”: Presidente Petro

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Esta cumbre se trata de hablar sobre temas que tienen que ver con la ciencia, la innovación y la tecnología. Y, además, de su simbolismo, reunir a más de la mitad del mundo en un país que está bloqueado por una pequeña parte del mundo.

Hablando de ciencia y tecnología, tendríamos que mirar qué nos dice la ciencia y la tecnología hoy en sus corrientes fundamentales, en sus efectos determinantes sobre nuestro presente y nuestro futuro inmediato.

Creo que ese debería ser el contexto por el cual arrancar, incluso, una discusión entre nosotros mismos, porque aquí existen posiciones diferentes.

La ciencia hoy, que en mi opinión muy personal debe ser la base para la construcción de cualquier propuesta de política progresista, en la historia reciente del mundo, en los dos últimos siglos, no se puede separar una idea progresista del mundo, de una visión científica.

Hacerlo recae sobre opciones de tipo religioso, las cuales hay que respetar; sobre posiciones ideológicas que deforman la realidad, pero nos alejan de la posibilidad de un cambio real del mundo.

El principal problema: la crisis climática

Hoy la ciencia nos dice que el principal problema de esta humanidad, la de hoy, la de nuestros hijos, la de nuestros nietos, se llama crisis climática. Eso dice la ciencia.

Y en sus modelos poderosos, en sus principales universidades, en los miles de científicos que la mayoría de las naciones han propuesto al panel de expertos, incluso de una manera muy conservadora, dicen que los mayores afectados de esa crisis climática serán los pobres del mundo, las naciones pobres del mundo.

Y, por tanto, de eso tenemos que hablar los 77, porque la inmensa mayoría hacemos parte de las naciones que la ciencia llama los pobres del mundo, los parias de la tierra.

Y seremos afectados porque muchas islas se hundirán. Seremos afectados, de acuerdo a uno de sus modelos, porque de aquí al 2070, es decir, en el espacio vital que nos distancia entre nosotros mismos y nuestros hijos, y nuestros nietos cuando sean jóvenes, en ese pequeño espacio vital la mayoría de los países que habitamos en la zona tórrida del mundo, como el mío, serán inhabitables.

Y se forjará entonces de aquí hasta allá –ya lo estamos viendo– un éxodo que alcanzará la cifra de 3.000 millones de personas, según esos modelos científicos.

Un mundo así es inconcebible desde el punto de vista político. Sería un mundo violentísimo. Que ya lo es cuando el flujo apenas es de 80 millones de migrantes, ¿Cómo será cuando sea de 3 mil millones? ¿Cómo será el mundo cuando las tierras de las grandes ciudades de nuestros países sean inhabitables? ¿Cómo será la política? ¿Cómo será la sociedad? ¿Habrá democracia? ¿O habrá barbarie? Barbarie que ya comienza a ser construida.

Eso dice la ciencia y como discurso dominante ante esa realidad que nos muestra la ciencia, entonces aparece una serie de instrumentos de solución. Se nos habla en general, a partir de la tecnología, como si la tecnología fuese una nueva religión a la cual hay que ponerle velas para que haga el milagro de la vida en este planeta.

La tecnología debe llevarnos –dice el discurso dominante– a una economía descarbonizada. Es el nuevo concepto, una economía sin carbón y sin petróleo.

La economía descarbonizada en este Grupo de los 77 provoca discusiones porque algunos países son petroleros y quisieran que, esto que yo hablo, ni siquiera se dijera.

Porque algunos países como el mío son carboneros, o carboníferos, si se quiere- porque algunos países desde otras perspectivas son islas y son las primeras que serán borradas del planeta con sus poblaciones, o a través de la inmigración y el éxodo de sus poblaciones.

¿Una economía descarbonizada qué es? ¿El Grupo de los 77 la aprueba? ¿Sabe cómo construirla? ¿Está construyendo los senderos democráticos que nos permitirían ganar a través de una economía descarbonizada o simplemente nos negamos a discutir el tema?

¿Una economía sin carbón, sin petróleo, sin fósiles, representaría los mismos niveles y relaciones sociales de poder, en el mundo de hoy, o implicaría su transformación profunda?

En mi opinión, este concepto de economía descarbonizada tiene que ser tomado como una discusión seria por nosotros.

¿Cómo se construye ese mundo? ¿A partir de qué financiación?, es el primer tema que a mí me gustaría discutir.

Capital o fondos públicos

Hay dos opciones, básicamente, desde los días de hoy.

O el capital, tal como lo definía la economía política clásica, y/o fondos públicos.

El capital, tal como lo definía la economía política clásica, sólo invertirá en la descarbonización de la economía allí donde haya ganancia y rentabilidad. Y eso implica una esfera pequeña del esfuerzo que la humanidad tiene que hacer en todo el planeta; una pequeña esfera del capital puede pasar del capitalismo fósil a eso que llaman el capitalismo descarbonizado.

Pero lo que produjo la crisis climática no lo puede solucionar. El mercado, la acumulación ampliada de capital, que produjo el cambio químico de la atmósfera no puede arreglar la atmósfera y por tanto garantizar la vida del planeta, incluida la vida de la especie humana.

Como antes, nunca hemos llegado a una conclusión que ya estaba escrita desde el siglo XIX: el capital acaba con sus propias bases, la naturaleza y el ser humano.

Y esa frase escrita en el siglo XIX se llama hoy crisis climática.

Luego, sin negar un espacio para el capital, sabiendo que queda recortado en su esfera propia, que es la ganancia, la rentabilidad y la codicia, hay otro espacio que es el fondo público, los fondos públicos del mundo. Y aquí, entonces, tenemos una discusión, porque no aparece en la declaración final de este evento.

A pesar que sí se hizo en la de presidentes de América del Sur, y en la de la unidad africana en Kenia hace unos días y semanas, y es que los fondos públicos se pueden acrecentar, porque aquí habría que acrecentarlos, de dos maneras.

Uno, como nos proponen desde Estados Unidos y Europa, endeudándonos más.

Me temo que muchos integrantes del G-77 aceptan pasivamente este camino. Es decir, que para poder solucionar problemas que se causaron en una enorme chimenea y se siguen causando en los Estados Unidos, en la China y en la Unión Europea, tengamos nosotros, para poder salvar la vida, que endeudarnos aún mucho más de los niveles actuales.

Disminuir la deuda

Eso no es posible. Luego queda otro camino para acrecentar los fondos públicos: disminuir la deuda.

Y aquí mi discusión, incluso con el gobierno anfitrión.

Si no abordamos el camino de disminuir la deuda, la única manera de financiar la economía descarbonizada en todo el mundo es el capital y el endeudamiento. Es decir, una reproducción y profundización de las relaciones de dominación del mundo.

Pero si planteamos en conjunto, como la mayoría de la humanidad, que el tercer camino también es viable y quizás el más poderoso, que es disminuir la deuda, y para ello está la experiencia en el covid, que es un efecto de la crisis climática, de los derechos especiales de giro a escala universal, no es una negociación país por país; es una negociación universal sobre un cambio del sistema financiero del mundo.

El covid demostró que se puede en pequeño y se puede agrandar la emisión universal de derechos especiales de giro de manera progresiva, a partir de los niveles de pobreza de la humanidad, pagando la deuda, no condonándola, sino pagando la deuda a los acreedores para que disminuya la deuda de cada país y se abran espacios presupuestales en todo el mundo.

Es decir, fondos públicos que nos permitan financiar la transición hacia la economía descarbonizada.

Esta propuesta, aprobada en América del Sur, en África, en ciertas reuniones previas como la de París, en mi opinión debería ser retomada por el G-77, porque nosotros no perdemos allí; ganamos, porque al final, cuando estamos hablando de fondos públicos, estamos diciendo, primero, que lo público vuelve a ser el centro de la transformación del mundo, y es un cambio de paradigma.

Y segundo, que para poder hacer esas inversiones de transición a la economía descarbonizada, tenemos que pasar un Plan Marshall que hay que planificar, un concepto que no habíamos vivido como humanidad, planificar a escala multilateral y a escala global para poder salvar la vida del planeta. Es decir, el reconocimiento en el pensamiento humano de que la planificación humana es superior a la inhumanidad del mercado.

No me quiero alargar más, pero esta discusión tiene una cosa que enturbia en este momento las posibilidades de llevarla a cabo, aún entre nosotros, y es que nos estamos matando entre sí.

Dos cumbres de paz

Es que no podremos asumir las responsabilidades de los principales problemas de la humanidad si aquí hay guerra.

Le pediría al G-77 que también abordáramos este tema de la guerra para superarla. No porque tengamos que tomar partido entre Rusia o Ucrania, sino que deberíamos comparar dos situaciones explícitamente en el debate mundial del hoy.

¿Cuál es la diferencia entre la guerra de Rusia y Ucrania con la de Israel y Palestina? ¿Y por qué esa doble moral para asumir un gran frente de unidad humana en la guerra de Rusia y Ucrania contra Rusia, y no tomar partido y sabotear la posibilidad de un gran frente humano en la ocupación de Israel en el territorio palestino, si es lo mismo?

¿No sería la hora de que el G-77 le planteara a Naciones Unidas y a los poderes del mundo que llegó la hora de hacer dos conferencias de paz inmediata en bien de la humanidad y para abrir los espacios de la discusión en el que el mundo sí tiene que entrar, la crisis climática, que es una conferencia de paz sobre la guerra en Ucrania y una conferencia de paz, al mismo tiempo, sobre la ocupación palestina?


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