Un estudio reciente del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) revela que casi la mitad de los colombianos percibe que los medios tradicionales están impulsando una narrativa en contra del gobierno del presidente Gustavo Petro. Esta percepción ha avivado la discusión sobre el papel de la prensa en la sociedad y su relación con el poder político y económico.
El informe también muestra que un 54,7% de los encuestados no cree en la veracidad de los escándalos de corrupción que involucran al presidente, lo que sugiere una desconexión entre lo que informan los medios y lo que cree una parte significativa de la población. Esto ha llevado a un aumento en el consumo de medios alternativos y redes sociales, donde los ciudadanos buscan versiones distintas a las que presentan los grandes conglomerados de comunicación.
Sin embargo, este fenómeno también trae consigo riesgos. La proliferación de información no verificada en plataformas digitales puede contribuir a la desinformación y a la creación de burbujas informativas que refuercen prejuicios. La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ha manifestado su preocupación por los señalamientos hacia la prensa y ha advertido que cualquier intento de deslegitimar el trabajo periodístico puede representar una amenaza para la libertad de expresión.
En este contexto, la sociedad enfrenta el desafío de construir un ecosistema informativo equilibrado, donde tanto los medios tradicionales como los alternativos sean sujetos de escrutinio, pero también de reconocimiento cuando cumplen con su labor de informar con responsabilidad. La clave está en fomentar el pensamiento crítico, el consumo consciente de noticias y el fortalecimiento de medios independientes que brinden una perspectiva pluralista y transparente.