Los alcaldes elegidos el 26 de octubre de 2019, jamás sospecharon que, a escaso de un mes de su posesión, el mundo entraría en la mayor crisis sanitaria nunca imaginada, solo real en películas de Hollywood y series de ciencia ficción. Los humanos lejos estábamos de suponer que el año 2020 pasaría a la historia como el año en que el mundo se paralizó y que nos obligó a mirarnos hacia el interior y buscar allí la fuerza necesaria para superar colosal calamidad.
Los gobiernos del mundo entraron en crisis y los burgomaestres locales que apenas comenzaban a encajar en su nuevo rol de mandatarios, unos más avezados que otros y eso haría la diferencia en momentos tan aciagos, angustiantes y de congoja, no fueron ajenos, pero si inferiores al reto que la pandemia les imponía. Buscar salvar la vida de sus congéneres y propiciar el buen vivir, que es en suma el verdadero ministerio de los alcaldes.
Muchos mandatarios hoy a 11 meses de esta situación pueden sacar la cabeza y gritar que están haciendo lo necesario y razonable, mientras que otros aún no se han posesionado y su territorio anda a la deriva como barco sin timonel y brújula que lo lleve a buen puerto para superar y ganarle la batalla a la tormenta. En ello, juegan papel fundamental el equipo de gobierno que sabía o erráticamente han escogido para conducir sus cuatro años de gobierno. Siempre habrá uno, varios o todos los fusibles que por el camino se chamusquen y allí entra la experticia y el buen sentido y practicidad de gerente del mandatario, de cambiarlo en el momento justo y, hacer el enroque para que la rueda de la administración pública siga girando sin contratiempo, siempre pensando en el bien común o procomún.
En el caso del alcalde de Valledupar, Mello Castro González, un joven político sin ninguna experiencia administrativa, igual que su antecesor, que ganó porque prometió y se comprometió en poner orden en la ciudad. No llegó solo al palacio de la Plaza Alfonso López, llegó acompañado de viejos zorros políticos y le ganó a otros lobos políticos y a una catastrófica administración de Tuto Uhía, que nunca tuvo rumbo y hoy enfrenta varios procesos penales que lo tienen ad portas de la cárcel. Con decirles que cambio de slogan varias veces, es decir, de ejes coyunturales de gobierno. Eso en administración y comunicación política se llama improvisación, lejos de una buena planificación que debe ser el estandarte de un alcalde.
Pero no dejemos de lado lo fundamental, Tuto Uhia es una página oscura de la política local. Centrémonos en lo importante y transcendental, el gobierno de Mello Castro, cuya única presentación durante su candidatura era ser nieto del patriarca Pepe Castro, que sea dicho de paso no fue pues la lumbrera en administración pública; los tiempos eran otros.
Mello, encontró el camino abonado para seducir el descontento de los vallenatos. Hoy, la inseguridad, la violencia, el atraco callejero, el desempleo, los problemas estructurales de inseguridad, la migración de venezolanos, faltas de vías, la pobreza multidimensional (33,4%), el robo a celulares y la falta de integración social, campean como en épocas del alcalde showsero y al antes de él y al antes, del antes de él. Es decir, màs de una década perdida.
Mello Castro, igual que en su momento Cristian Moreno en el departamento, tiene una única y bella oportunidad de pasar a la historia como el mandatario que cambio el rumbo de la ciudad y demostrar que sus electores no se equivocaron y escogieron al mejor, entre el y el muy capacitado Ernesto Orozco. Todavía le quedan tres años y si es verdad que este primer año perdido lo uso para planificar el futuro de su administración, ya está atrasado en comenzar a poner orden. La ciudadanía pide resultados porque el caos administrativo es aberrante.
En líneas anteriores le decía que una buena administración tiene como eje fundamental el equipo de gobierno escogido. Para muchos especializados en los vericuetos de la administración los secretarios del alcalde Mello perdieron el año y con calificaciones vergonzantes.
Alcalde Castro llego la hora de asumir responsabilidades y la primera como mandatario es aceptar que debe buscar mejores talentos humanos para que lo acompañen en lo que usted tiene pensado hacer por la ciudad y sus habitantes.
Alcalde Castro llego la hora de actuar y dejar de lado a sus amigotes de club que no tienen ni idea de cómo se administra una ciudad compleja como Valledupar y que solo le hacen daño con sus adulaciones, que màs que darle buenos consejos, lo que si hacen bien es lambonearle y eso es pasar las verdades por agua para que el gobernante no atienda le importante. Craso error señor alcalde.
Los que vemos desde afuera los palos de ciego que ha venido dando durante este primer año, no somos sus enemigos, solo se opina buscando el beneficio para la ciudadanía que es en últimas a quien usted debe responder por una buena o mala gestión y hasta sus ávidos electores ya están tomando partido y no es precisamente a favor de usted.
Es cierto Señor Mello que los astros no se alinearon, que nadie contempló la Pandemia, pero ya es hora de doblar la página y comenzar a gobernar. Usted recibió un mandato claro y contundente de los vallenatos cansados de los malos, soberbios y arrogantes gobiernos. Que su inexperiencia no se convierta en inoperancia e ineptitud. Llame a los mejores hombres y mujeres que abundan en la ciudad y rodéese de ellos. No mire colores políticos, gobierne con sabiduría e inteligencia.
Señor alcalde, “Valledupar en orden”, es un mensaje potente y fuerte, le falta las obras que usted prometió en campaña, un buen equipo comprometido y una estrategia de comunicación que le ayude a difundir sus acciones. Que ponga el dedo en la llaga y le diga las cosas cuando se equivoque y felicite también las bien hechas. Usted no necesita un comité de aplausos. Usted necesita unos funcionarios idóneos que no piensen en ellos, sino en su futuro como mandatario y en el desarrollo de la ciudad.
Señor alcalde no se deje hechizar por los “Cantos de sirenas” que lo acechan y provienen de ese primer anillo que no lo dejan ver el bosque. Que su juventud y ser nieto de Pepe Castro no sea lo único que recuerden los vallenatos en el mediano paso; porque en el futuro ni su sonoro nombre recordarán.
Y no le suceda como el protagonista de la novela For Whom the Bell Tolls de Ernest Hemingway y que inspiro el poema de John Donne leído en ocho idiomas en el acto de Las Ramblas: “nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
Señor alcalde Mello su gobierno no va por un buen camino esta a tiempo de cambiarle el rumbo y pasar a la historia como el joven alcalde que si supo interpretar el momento y las circunstancias. Hágale pues.