Este 7 de agosto se llevará a cabo la ceremonia de entrega de mando de Juan Manuel Santos al próximo presidente Iván Duque Márquez, quien regirá los destinos del país en el próximo cuatrienio al obtener el 53% de la votación en la segunda vuelta presidencial.
El nuevo jefe de Estado de los colombianos deberá asumir grandes desafíos que le permitan lograr un mandato que conduzca al país a la ruta del progreso, desarrollo y oportunidades.
Por eso es indispensable que en su agenda de gobierno afronte los problemas de corrupción, narcotráfico e inseguridad que azotan al país, y así mismo establezca su ruta sobre los diálogos de paz y el acuerdo con las Farc. Lo anterior, sin olvidar las medidas económicas, sociales y administrativas necesarias que permitan el bienestar y la calidad de vida de nuestros compatriotas.
Estos desafíos son de vital importancia, además de prioritarios en la hoja de ruta del nuevo gobierno. Las actuales circunstancias políticas y sociales del país ameritan que el presidente Duque trabaje de manera urgente, exhaustiva y preferente en temas que requieren una atención inmediata.
Por otro lado, la polarización creada en el país ha generado un ambiente de discordia y enfrentamiento entre los colombianos, que nos ha distanciado de la posibilidad de aunar esfuerzos y ponernos de acuerdo para trabajar de manera concertada en las grandes reformas que se requieren para solucionar problemas de salud, educación, inversión social o pensional.
En consecuencia, se requiere que el nuevo presidente convoque un gobierno de unidad y pluralista, respetando la división de poderes y la oposición para generar confianza y volver a reconciliarnos como colombianos y poder guiar a buen puerto el país.
Adicionalmente, ante la grave amenaza de muerte y exterminio de la que vienen siendo objeto los líderes sociales se deben establecer medidas que garanticen su integridad física y vida, promoviendo su protección, eliminando su estigmatización y combatiendo los grupos o bandas criminales que atentan contra estas personas que trabajan por una transformación social. En otras palabras, seguridad.
Por último, al presidente Duque desde su campaña le han proyectado una imagen de subordinación y dependencia del expresidente Uribe, por eso como primer mandatario de los colombianos debe proyectar y demostrar que es un hombre capaz, autónomo y preparado para asumir las grandes decisiones que requiere el país, sin desligarse de los ideales y principios de su partido político, para así garantizar una estabilidad en su gobierno y para que no repita la historia de su antecesor. Dicho de otro modo, libertad e independencia.
Si el presidente Duque atiende estos retos podrá trabajar de manera tranquila y enfocada en las reformas y políticas de estado necesarias que requiere el país para lograr una transformación que permita llegar a consenso para lograr fortalecer la economía, resolver el tema pensional, mejorar el sistema educativo y de salud, brindar oportunidades de empleo, generar gran inversión social que permita mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos y afianzar la paz.
El presidente Iván Duque, sus aliados políticos y electores deben tener claro que desde el momento de su posesión dejó de ser el mandatario de los más de 10 millones de compatriotas que consignaron sus esperanzas y su voto en él, para ser el presidente de todos los colombianos, por los que debe trabajar y gobernar sin exclusión y en equidad para que realmente el futuro sea de todos.