Luto mundial. Este lunes, a las 7:35 de la mañana hora de Roma, falleció el papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia católica. Tenía 88 años y su salud se había deteriorado gravemente en las últimas semanas, tras una internación prolongada en el Policlínico Agostino Gemelli de la capital italiana.
Jorge Mario Bergoglio, como lo conocían en su natal Argentina, había ingresado al hospital el pasado 14 de febrero con un cuadro de neumonía bilateral. A pesar de haber participado brevemente en las celebraciones litúrgicas de Semana Santa y Pascua, su estado de salud sufrió varias recaídas que terminaron siendo irreversibles.
Durante su internación, Francisco enfrentó tres crisis severas. La primera ocurrió el 22 de febrero, con una crisis respiratoria asmática y trombocitopenia que requirió transfusiones. Días después, el 28, sufrió un broncoespasmo agudo que derivó en vómitos con aspiración. El 3 de marzo, la situación se agravó con episodios de insuficiencia respiratoria y acumulación de moco en los pulmones, que obligaron a realizarle dos broncoscopias y aplicar ventilación mecánica no invasiva.
Las secuelas de una antigua pleuresía —por la cual había perdido parte de un pulmón en su juventud—, junto con su delicado estado general, aceleraron el desenlace. Sin embargo, el Vaticano aún no ha emitido un parte médico oficial con la causa exacta del fallecimiento.
Una vida dedicada al servicio
La noticia fue anunciada por el cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo del Vaticano: “Con profundo dolor, debemos comunicar que nuestro Santo Padre, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo entregada al servicio del Señor y de Su Iglesia”.
Francisco será recordado por su cercanía con los más necesitados, su constante llamado a la paz y su firme compromiso con los valores del Evangelio. Fundó la red educativa internacional Scholas Occurrentes y adoptó un estilo de vida austero, en honor a San Francisco de Asís, el santo que inspiró su nombre papal.
Nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, de familia italiana, Jorge Bergoglio creció en el barrio de Flores. Antes de entrar al seminario, se formó como técnico químico y trabajó en un laboratorio. Su vocación religiosa floreció a los 21 años cuando ingresó en la Compañía de Jesús. Fue ordenado sacerdote en 1969, a los 32 años.
Desempeñó diversos cargos de liderazgo en la Iglesia: fue superior provincial de los jesuitas argentinos, obispo auxiliar y luego arzobispo de Buenos Aires. En 2001, el papa Juan Pablo II lo creó cardenal. Ocho años más tarde, participó en el cónclave que eligió a Benedicto XVI. Y en 2013, tras la renuncia de este último, fue elegido como el 266.º Papa de la Iglesia católica. Durante sus más de 12 años de pontificado, Francisco recorrió los cinco continentes, visitando más de 50 países. Desde Brasil hasta Japón, desde Palestina hasta Suecia, llevó su mensaje de esperanza, justicia social y cuidado del planeta.
En lo doctrinal, defendió con firmeza la postura tradicional de la Iglesia respecto al aborto y la eutanasia, pero sorprendió al mundo con gestos de apertura hacia la comunidad LGBT+, promoviendo una Iglesia “más inclusiva y misericordiosa”. Publicó tres encíclicas —Lumen fidei, Laudato si’ y Fratelli tutti— y cinco exhortaciones apostólicas, además de canonizar a más de 900 santos, un récord en la historia del Vaticano.
EL LEGADO DE FRANCISCO
Francisco marcó una época. Será recordado como el Papa que rompió moldes, que se bajó del papamóvil para abrazar a los fieles, que eligió vivir en la residencia de Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico y que predicó con el ejemplo una Iglesia en salida, más humana, más cercana, más compasiva.
El mundo entero lo despide con gratitud y recogimiento. Su legado, más allá de lo institucional, quedará grabado en los corazones de millones que encontraron en él una voz de consuelo, verdad y esperanza.