La primera vez que visité la comunidad Barí fue a mediados de 1989, mientras realizaba mi rural en el municipio de Convención. Una brigada de salud multidisciplinaria llegó a Bridikayra, en pleno corazón de la selva del Catatumbo, para brindar asistencia a un pequeño grupo de indígenas que sufrían de graves condiciones de desnutrición y diversas enfermedades tropicales. Desde ese día, forjé una amistad con los Barí, convencido de que la lucha por defender y preservar nuestras raíces ancestrales es un paso fundamental hacia la construcción de un país más justo y equitativo.
Después de años de lucha y persistencia por parte de las comunidades y autoridades ancestrales, el gobierno del cambio en cabeza del ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, ha anunciado la construcción de un Centro de Salud Primaria en el resguardo Barí. Esta noticia representa un paso crucial no solo para el sistema de salud de la región, sino también para el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas que han sido históricamente marginados en Colombia.
El anuncio del ministro llega después de décadas de esfuerzos y de múltiples llamados por parte de la comunidad Barí y de organizaciones sociales que han abogado por mejores condiciones de salud en sus territorios. Los Barí, una comunidad indígena asentada en Norte de Santander en la frontera entre Colombia y Venezuela, han enfrentado enormes desafíos en el acceso a servicios básicos de salud, debido al modelo de salud impuesto desde la Ley 100, a la corrupción, la lejanía de sus territorios como a las barreras culturales, económicas y sociales.
Este nuevo Hospital, que también involucra el rescate de centros de salud abandonados durante años de desidia y exclusión, será un hito para la comunidad, brindando acceso a atención médica primaria en su propio territorio. No tener que recorrer largas distancias, hasta Tibú, Cúcuta, Ocaña o Valledupar para recibir atención médica, significa que la comunidad podrá atender problemas de salud urgentes de manera más rápida y con mayor eficiencia, mejorando su calidad de vida.
El anuncio también tiene una gran importancia simbólica. Históricamente, los pueblos indígenas de Colombia han sido relegados a un segundo plano en términos de políticas públicas. Esta construcción reconoce, por fin, las necesidades particulares de los Barí, en una mezcla de la medicina ancestral y tradicional, con la medicina occidental y demuestra una voluntad del Estado de integrarlos en los servicios esenciales, respetando su autonomía y formas de vida.
La inversión en infraestructura de salud en territorios indígenas no solo es una medida que salva vidas, sino que también es un reconocimiento de los derechos humanos, a la resistencia de los pueblos originarios ante el genocidio propiciado por quienes quieren adueñarse de su territorio y un avance en materia de justicia social que estas comunidades han estado exigiendo durante años. Además, en un país como Colombia, donde la paz y la equidad son temas en constante debate, esta acción puede contribuir a fortalecer la confianza en las instituciones por parte de las comunidades históricamente marginadas.
La construcción de este puesto de salud, enclavado en la selva tendrá un enfoque diferencial que respete las cosmovisiones y prácticas de la comunidad Barí. Esto significa que el personal médico y las políticas de salud no solo deben estar alineados con los estándares nacionales, sino también adaptados a las particularidades culturales y sociales de los Barí. La medicina tradicional, que es fundamental para los pueblos indígenas, debe ser integrada como una parte esencial del modelo de atención. Este enfoque garantizará que la intervención estatal no sea percibida como una imposición, sino como un apoyo que refuerza las capacidades propias de la comunidad, protegiendo su cultura y tradiciones.
La construcción de este puesto de salud en el resguardo Barí representa una victoria para la comunidad, que de la mano de sus autoridades, de las organizaciones acompañantes y bajo la autoridad espiritual del Dios Sabaseba, abre una oportunidad para que Colombia avance hacia un sistema de salud más inclusivo y justo. Este proyecto es un recordatorio de que la lucha por la equidad y los derechos de los pueblos indígenas sigue siendo una tarea pendiente en el país.