Miguel Emiro Naranjo, “El vigía del Porro”- Por: Julio Manzur Abdala

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Mi amor por el folclor me acercó inexorablemente a quién sería mi amigo por siempre, el doble maestro, el de la educación como profesor de español y director del Centro educativo de Laguneta y gran maestro del folclor caribe, Miguel Emiro Naranjo, la fecha del encuentro es lo de menos, lo que si es importante fue la corriente empática que nos abrazó y nos mantiene en comunión. Para entonces ya no era un músico marginal, sino el poseedor de dos armas emblemáticas: el arma dignificante de los músicos de bandas de viento y la otra su dulzaina a la cual yo prefiero llamar violina, su eterna compañera, que servía de instrumento para alegrar reuniones y parrandas.

A ese ser humano alegre y parrandero, cantante y compositor, director y ejecutor de diversos instrumentos musicales, desde los pitos y la violina hasta la guacharaca, el tambor, el clarinete y la trompeta, le invité hace muchos años a que se atreviera grabar un CD, de la banda 19 de marzo con cantantes de la región Caribe, para incrementar la presencia y fascinación de porros, cumbias, fandangos, vallenatos, pasodobles y rancheras, que se escucharan en el ámbito nacional e internacional. Ese fue un sueño que estuvo a punto de saltar al mundo real, que el maestro inmediatamente aceptó, pero que por distintas razones no se hizo realidad, pues estoy convencido que sí se puede. ¡El sueño está vigente!.

Su recorrido por el universo musical del porro, la gaita y el fandango está cubierto por anécdotas de luz de mechones de gas y cuando no había, bastaba la luz de la luna alegre de aquel paraje alto en ese hermoso pueblo cordobés, Laguneta, tierra de “loranos”, donde retrató a sus paisanos con su cámara de fotografía, lo que le valió ser llamado el fotógrafo del pueblo, ahí dejó una marca eterna de amor por la música de nuestras bandas regionales, en Laguneta, se encuentra enclavada La Casa Museo del Porro, aporte esencial para que ese ritmo musical siga creciendo y dignificándose, y las generaciones presentes y venideras encuentren en el aprendizaje de los distintos instrumentos y aprendan la lectura de partituras, nueva forma de ganarse la vida o desarrollar su aptitud musical, vale decir que esa Casa, que donó el maestro, era su lugar de residencia mientras vivió en ese territorio, el mismo que vió nacer en el año 1966, a la que sería la famosa Banda 19 de marzo de Laguneta, bajo su dirección artística.

España, Bélgica, Austria, Francia, Estados Unidos, Alemania e Inglaterra, entre otros han disfrutado de la música y enseñanzas de Miguel Emiro y de La banda 19 de marzo, que hoy celebra 55 años de haber aparecido en escena.

El mundo del folclor, el fandango y el porro, se ha visto enriquecido con sus escritos que son muchos y en la actualidad se encuentra escribiendo Antologías de esos ritmos, esos que lo llevaron a Paris para dictar clases en La Belle Image, a unos treinta músicos franceses hoy profesionales a quiénes muchos nos ha hecho disfrutar a través de videos filmados en la Plaza pública de Toucy.

El maestro le ha cantado y ha compuesto canciones a los dos importantes ríos de su departamento: Río Sinú, quizá la más hermosa composición con la que ganó uno de los muchos Festival del Porro en San Pelayo y, Río San Jorge, por petición de los habitantes de Planeta Rica, lugar donde reside y por donde pasa el caudaloso río.

Sus estudios e investigaciones han llevado al maestro a dividir esta música teniendo presente los aportes regionales en ritmos, el sentir que puede abrazar el porro, bien sea lleno de alegría o ritmo de melancolía, pero siempre rebosante de ese ritmo que saca gritos del corazón, esos que en nuestra tierra llaman ”guapirreos”, que son complementos del espíritu de la amable y cariñosa gente del Sinú y las sabanas.

He escrito esta nota con el deseo de rendir un merecido y grato homenaje a La banda 19 de marzo de Laguneta, a sus 21 destacados miembros que son los encargados de embriagar los sentidos de quienes los han escuchado durante los 55 años de feliz y alegre existencia y a ese señor del folclor que vive en el corazón de los amantes de nuestra música: Miguel Emiro Naranjo y, he titulado esta pequeña reseña como “El Vigía del Porro”, por lo histórica de su extraordinaria vida, llena de ejemplos y virtudes, de pasión a este hermoso mundo musical de las sabanas, del Sinú y San Jorge, he seguido su obra y creación, he sentido de cerca su pasión para oponerse al bajo aprecio y al poco valor personal que se le ha otorgado a los músicos tradicionales, lo que lo condujo a componer canciones protestas como “La protesta del porro”, por esa desafortunada actitud humilde y poco altiva de los interpretes de esa fabulosa tradición musical; lucha titánica en la que se encuentra sumergido el maestro y a la cual, estoy convencido, jamás claudicará. El porro, El fandango, La gaita, La cumbia y sus intérpretes deben ser altamente calificados y dignificados, reza en el calor de su defensa, deben ser mantenidos en su esencia, la de nuestros antepasados que crearon a través de las gaitas, me dijo un día.

Hoy vive felizmente en Planeta Rica, ciudad que le ha rendido homenaje permanente y donde se encuentra su estatua en el parque de Los Juglares, al lado de dos grandes de la música Caribe, el otro maestro de maestros Alejandro Durán” El negro Alejo” y Enrique Díaz, lo que jocosamente le ha permitido contar con su magnífica condición de humorista el anécdota aquel de que comparaba a Planeta Rica con Belén, la tierra del pesebre de Jesús, porque a esa tierra planetera habían llegado Los tres reyes, haciendo alusión el rey del Festival Vallenato, Alejo, el rey del Festival sabanero Enrique Díaz, y el rey del Festival del porro, Miguel Emiro Naranjo. Y no le falta razón.

Sé que a sus miles de seguidores, a la infinidad de alumnos que han aprendido y desarrollado el arte musical a través de su enseñanza y dedicación para crear bandas de viento en tantas regiones y a mis amigos, a quienes le haré llegar esta nota cubierta de felicidad musical, les ha de agradar conocer que un personaje de tantos kilates comparte su vida en esta tierra bendecida por la riqueza de nuestro porro.


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