MIKHAIL GORBACHEV (1931-2022): EL PRIMER IDIOTA DEL IMPERIO AMERICANO- Por: Felipe A. Priast

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En la frontera entre Finlandia y Rusia, sobre la vía que de Lappenranta conduce a Vyborg, del lado ruso, flamea en el cielo una llamarada descomunal alimentada con Gas Natural ruso que le recuerda a sus vecinos al otro lado de la raya la abundancia de este combustible en la tierra de los cosacos. Es una llamarada enorme visible a varios kilómetros de distancia con la que los rusos desafían las 11 mil sanciones y puya que en estos momentos pesan sobre la Madre Rusia. Con esa llamarada enorme los rusos le dicen al resto de Europa “mientras ustedes pasan hambre y frío, aquí, en Rusia, tenemos Gas Natural hasta para botar pa’l cielo”.

Para aquellos que no conocen Rusia, esa llamarada enorme tiene un significado simbólico cuyo único paralelo comparable es la llama eterna en Mamayev Kurgan, el impresionante monumento erigido en honor a los héroes de la Batalla de Stanlingrado, en la moderna Volgogrado. Yo estuve ahí hace 9 años, y junto a la llama eterna de Stalingrado siempre hay una guardia que hace honor a los caídos en dicha batalla, una de las más importantes de la historia. La llama de Stalingrado nunca se apaga, nunca muere, un símbolo de la resistencia del pueblo ruso y de su valor ante la adversidad.

Lo mismo simboliza esa llamarada enorme en la frontera finesa.

Y no es cualquier antorcha de Juegos Olímpicos, si es eso lo que se están imaginando.

Se calcula que la llamarada en la frontera ruso-finesa consume 0.5% del Gas Natural que necesita Europa mensualmente, gas que ahora ya no llega y que promete un invierno horrible para todos aquellos que desafiaron el poder de Rusia desde el otro lado del Vistula.

Ayer, en la tierra de esa enorme llamarada inextinguible que hoy desafía al mundo, murió el último líder de la extinta Unión Soviética, Mikhail Gorbachev, quien además de ser el último premier soviético, también fue el primer idiota del Imperio americano.

Sé lo que van a decir: “los americanos tuvieron muchos títeres en las Américas y el Mundo antes de Gorbachev”, y eso es cierto, pero de lo que yo he llamado “El Imperio Americano”, él fue el primero.

Los Estados Unidos no fue siempre un Imperio. Antes de la Primera Guerra Mundial ya era el país más rico del mundo, pero no era un Imperio. Luego de la Primera Guerra Mundial era una de las 3 potencias vencedoras, pero no era un Imperio. Al acabar la Segunda Guerra Mundial era una súper-potencia, pero no era un Imperio, pues los rusos les disputan ese honor en cada palmo del planeta.

Los Estados Unidos de América, para desgracia del mundo, se volvió un Imperio en 1991, cuando la Unión Soviética por fin se disolvió y Mikhail Gorbachev coronó a los americanos como emperadores del mundo, al igual que el Papa Pio VII lo hizo con Napoleón en Notre Dame en 1804. Fue Gorbachev el que hizo a los americanos emperadores, y en agradecimiento a ese gesto, hoy Occidente recuerda a Gorbachev como un “líder sabio” que desmontó el comunismo y acabó con la “Guerra Fría”.

La realidad, como de costumbre, es más prosaica. Gorbachev, a pesar de todos los méritos que le pudieran caber, según la narrativa de Occidente, fue siempre un burócrata mediocre. En su juventud pronto se convirtió en la cabeza del “Komsomol” -la división juvenil del partido comunista- en su nativa Stavropol, y a partir de ahí hizo una carrera burocrática hasta ascender a la cumbre del politburo, el órgano de gobierno de la antigua Unión Soviética.

A través de los años, Gorbachev trepó los distintos escalafones del poder soviético de la mano de Leonid Brezhnev y Yuri Andropov, dos “hardliners” del Politburo que a su vez llegaron a ser secretarios del Partido Comunista Ruso y líderes de la Unión Soviética. Esa protección que le brindaron estos dos pesos pesados del Politburo fue lo que catapultó a Gorbachev a la cumbre del poder, pues fue Andropov, en su lecho de muerte, quien ungió al “joven” Mikhail como su sucesor (después de una breve premiership de Konstantin Chernenko).

Brezhnev, el comunista recalcitrante que gobernó la Unión Soviética durante 18 largos años, y Andropov, el legendario jefe de la KGB, fueron siempre sus padrinos, lo que difícilmente lo describe como a un “reformista” de escuela.

De hecho, en su juventud Gorbachev cultivó una gran fama dentro del partido como uno de los aduladores más famosos dentro del partido comunista. En otras palabras, al joven Mikhail se le” peló” la mano de tanto sobar chaquetas.

Hoy en día en Rusia se le recuerda por eso con desdén. “Gorbachev fue el gran adulador de Occidente, el gran soba-chaqueta de Reagan, Tatcher y el primer Bush, y por eso es tan querido por los anglosajones”, dicen los rusos que aún se acuerdan de esos tiempos, y no es una idea falsa. Fue Gorbachev quien desmanteló la Unión Soviética, es cierto, pero también el primer títere de Occidente, quienes lo usaron y lo manipularon hasta el abuso. Acostumbrado a adular y sobar chaquetas, Gorbachev creyó que Reagan, Tatcher y Bush padre eran el equivalente occidental de Brezhnev, Andropov y Gromyko, y se convirtió en su “Duque”, solo para que Occidente lo manipulara y lo condenara al olvido y a la ignominia en su propia tierra. Poca gente recuerda esto, pero, en 1996, cuando ya Boris Yeltsin era presidente de Rusia, Gorbachev volvió a lanzarse como candidato presidencial y sacó 0.5% de los votos, es decir, nada, los mismos votos que sacó Ingrid Betancourt en las pasadas elecciones en Colombia. En 5 años pasó, de presidente de la Unión Soviética, a nada. En Europa y en Norteamérica lo adoraban, pero en Rusia lo detestaban, lo veían como un pobre diablo que sucumbió a los cortejos de Occidente, entregándoles Rusia en bandeja a las potencias Occidentales. Yo todavía me acuerdo de aquellos narcos colombianos que dizque fueron a comprar viejos submarinos soviéticos para introducir coca en los Estados Unidos a mediados de la década de los 90s del pasado siglo, solo para que sus contrapartes rusas les preguntaran si los querían” con o sin misiles”. La gente en Colombia se acuerda de la miseria de Cuba durante la década de los 90s, pero no se imagina las dificultades que tuvieron que vivir los rusos en esa década antes de la llegada de Putin al poder, y fue Gorbachev quien puso a esa nación en esa situación.

Y gracias a su infinito servilismo y a su deseo de siempre agradar a Occidente, Gorbachev sembró la semilla de la guerra que ahora tiene al mundo en ascuas entre Rusia y Ucrania. De forma increíblemente estúpida se dejó envolver con las promesas de Jim Baker y George Bush Sr., y sin firmar nada, hizo un acuerdo “de palabra” con el cual Occidente se comprometía a no extender la presencia de la OTAN más allá de Alemania de Este. Quince años más tarde y luego de 4 oleadas de expansión de la OTAN, los misiles de dicha organización tenían completamente cercada a Rusia, desde el Mar de Barents hasta el Mar Negro, con miembros a escasos 150 Kms de St. Petersburgo, algo que durante la Guerra Fría hubiese sido inimaginable.

Hoy la situación es distinta. El inquilino del Kremlin no es un “soba-chaqueta” como Gorbachev sino un antiguo coronel de la KGB con más astucia que un zorro de gallinero. En 22 años Vladimir Putin ha detenido el proceso de descomposición de Rusia, ha estabilizado económicamente a la nación y la ha regresado al tinglado mundial por lo alto. Hoy, mientras los supermercados rusos están bien abastecidos y los hogares moscovitas bien aclimatados, ya sea para controlar el frío o el calor, el resto de Europa está chupando cable. Hoy, en Gran Bretaña los jubilados no saben si comer, o pagar las exhorbitantes cuentas de energía que les llegan. Ese zorro ruso que Occidente odia porque no es igual de sumiso que su “querido” Gorbachev tiene a medio mundo comiendo mierda, cuando ese medio mundo creía que eran ellos los que lo iban a poner a comer mierda a él. Y en el proceso, este zorro ruso se está llevando consigo la Unión Europea, a la OTAN, a la supremacía del dólar y en general, al orden mundial existente. Putin, quien ha tenido que corregir los destrozos dejados por Gorbachev, ha cambiado el mundo estos últimos 6 meses de la manera más dramática imaginable. Y esa Resurrección de Rusia como potencia global y nuevo foco de poder ha quedado sellada con el fallecimiento del idiota de Occidente que vio caer a Rusia. Con su muerte se ha terminado la “saudade” por Gorbachev, de aquellos años ya no queda nada. Son otros tiempos, otra Rusia, otra batalla.

Y lo mejor de esta historia es que esta resurrección rusa ha venido acompañada del decline inexorable de los Estados Unidos como imperio. Todo el mundo lo ve, todo el mundo lo percibe. El mundo entra en una era conservacionista, anti-globalización, anti-imperialismo y ecologista para la cual los Estados Unidos no están preparados para dirigir. Es difícil liderar al mundo hacia una era ecológica cuando la nación que uno gobierna es la nación que más contamina y causa daños entrópicos al planeta.

Y no es que Rusia o China sean ejemplos de conservacionismo, ¡para nada! Pero, al menos la sombrilla que ellos aportan, esa sombrilla que pone en jaque el absoluto dominio de Occidente, permite que otras voces menores se escuchen, y son esas voces las llamadas a dirigir el cambio mundial.

Si a mi preguntan hoy qué quién creo yo que va a dominar el mundo los próximos 50 años yo no diría “China”, o “Rusia”, o “Estados Unidos”. Yo diría que los llamados a gobernar este moribundo planeta serán los Gustavo Petro de este mundo, aquellos líderes regionales con una clara idea de los peligros que se ciernen sobre nuestro planeta en términos ecológicos, pues es el momento de la Pachamama, de Gaia, de la Madre Tierra.

Aquí el asunto es otro. Para que esas voces que hablan por la Tierra se escuchen -como la voz de Petro-, hay que arrimarse a una sombrilla que permita este dialogo.

¿Provee lo Estados Unidos, con todo su desprecio, todo su racismo y todo su desdén por Latinoamérica, que estas voces sean escuchadas en el concierto mundial? Por supuesto que no. Los Estados Unidos es un país enfermo, en decadencia, podrido por culpa de un sectarismo político extremo y una obsesión grotesca por las armas y la violencia. Con ese ruido de fondo ninguna de estas voces se oirá.

Pero el inquilino del Kremlin, ese que fue llamado a reparar los destrozos del finado Gorbachev, parece más dispuesto a escuchar al resto del mundo.

Ya Duque nos demostró lo inútil que resulta ser un siervo de los americanos, ya todos en Colombia pudimos ver en qué consiste ser un “Gorbachev”.

El único camino que le queda al mundo, su salvación, es desafiar al loco del planeta, los Estados Unidos, pues su liderazgo, seguro-seguro, nos va a llevar a todos a la extinción. Los locos no pueden hacerse cargo del asilo, pues ahí si estamos todos perdidos. Hay que poner en jaque a los Estados Unidos, ese es el único camino viable. Ya no hay tiempo para Duques y Gorbachevs, es el tiempo de los Putins y los Petros.

Ese es el más fuerte mensaje, que ha mi modo de ver, dejó la breve existencia de Gorbachev en el poder.

Las ovejas acaban todas trasquiladas y en el matadero; el zorro, por su parte, vive su vida libre y muere de viejo.

Yo no sé ustedes, pero yo no soy un “Gorbachev”. Yo estoy lanzando aullidos de zorro desde que tengo dos horas de nacido. Esa es la única garantía que tengo de que me puedo morir libre y de viejo….

 


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