Miles de momposinos y colombianos hemos quedado maravillados por la hermosa y gigantesca escultura de un saxofón en filigrana de bronce, que el pasado jueves 6 de septiembre develó el gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, en la emblemática Plaza de San Francisco de la Ciudad Valerosa, Patrimonio Cultural de la Humanidad y Distrito Histórico y Turístico de Colombia, con ocasión de la séptima versión del Festival del Jazz.
Lo que aún no tenemos muy claro es el por qué la virtuosa artista cartagenera/barranquillera Elsa Marina Lozada –Elmar, le dio a su magnífica obra el nombre de “Sí bemol”, un término propio del nada fácil lenguaje musical.
Para aclarar este “bemol” (en su connotación de “problema”, una de las tantas), acudimos al doctor Google, porque a esta edad son pocos los conocimientos de música que aprendimos de Chanto Martínez en el Colegio Santa Cruz de Mompox que aún permanecen en nuestra memoria. Al respecto, encontramos que “bemol” –en el ámbito de la “notación musical”– es un signo conocido como “alteración” que afecta la frecuencia de una nota, haciéndola baja, reduciendo ésta en un “semitono”. Es una tonalidad cómoda para la mayoría de los instrumentos de viento, como el clarinete, el saxofón y la trompeta, muy usada en los géneros de la salsa y el merengue.
En tono “sí” mayor, el bemol produce uno de los semitonos más altos del pentagrama musical. Creo que esta fue la connotación que Elmar quiso darle a su filigránico saxofón: un monumento que representa, más allá de un instrumento musical, una ciudad que, como Mompóx, se encuentra en el “SI BEMOL” del pentagrama cultural de Colombia y una ciudad que hoy –después de cientos de años en “tono menor” pone la nota más alta en el concierto del desarrollo regional del Caribe colombiano.
Por supuesto, el “Sí bemol” también debe ser interpretado en sus tonalidades menores, que es, al parecer, el verdadero significado de “bemol”, es decir, como notaciones bajas que metafóricamente representan los aspectos negativos que aún tiene la ciudad y el municipio, representados en las precarias condiciones de vida de su gente, que no van a ser resueltas a punta de tonalidades musicales. Por eso, decir que Mompox tiene sus bemoles, mayores y menores, es afirmar que igual que los seres humanos su desarrollo tiene sus momentos altos y bajos. He ahí otra connotación de “bemol” en sentido figurado: el de “dificultad”, es decir, que resolver los problemas de la ciudad y el municipio no es tarea sencilla y requiere mucho más que un festival de jazz.
Pero sea lo que sea, el Festival del Jazz constituye una ESTRATEGIA válida, muy válida, de superación de pobreza, porque CONTRIBUYE, en tonalidades altas, a generar INGRESOS, a reafirmar identidades culturales e imaginarios colectivos clave para generar desarrollo. Una vitrina que vende a Mompox al país y al mundo. Corresponde a la dirigencia local y regional APROVECHAR estas OPORTUNIDADES y no dejar escaparla, acogiendo iniciativas de gobernantes proactivos como el gobernador DUMEK TURBAY, realmente comprometido con su desarrollo.