Con excepción del atentado terrorista de Barranquilla, al finalizar el gobierno Santos, haría nueve años que en Colombia no se registraban secuestros, extorsiones, asesinatos sistemáticos de líderes sociales (más de 90), secuestros (como el de la tripulación del helicóptero en Santander), amenazas paramilitares a poblaciones enteras (como la de El Salao), etc. Es decir, no teníamos GUERRA.
Colombia era un país relativamente en PAZ. Los diálogos de la Habana y posterior firma del Acuerdo con la FARC, nos puso a soñar a los colombianos en un país sin guerra. Pero quedó un cabo suelto que fue subestimado: el ELN, una guerrilla hoy completamente entregada al narcotráfico, el secuestro y al terrorismo, que se ha visto fortalecida por el vacío territorial que dejó las FARC. Una guerrilla que el gobierno Santos dejó sentada en la mesa de diálogo sin que tuviera tiempo de negociar con ella el acuerdo final.
Varios nuevos componentes se agregan ahora al nuevo conflicto: el sistemático incumplimiento que viene haciendo el gobierno Duque al Acuerdo de la Habana, del que tenemos claro terminará haciendo TRIZAS (promesa electoral de su partido de gobierno que se viene cumpliendo) y la cada vez mayor polarizada relación con el gobierno Maduro, que protege en su territorio al COCE (Comando Central) del ELN y las cabecillas de las disidencias de la FARC. Agréguese a lo anterior, la conquista y colonización del territorio colombiano por los CÁRTELES MEXICANOS de la DROGA, de quienes uno de sus peones de brega era GUACHO, pero sólo uno de los tantos.
Dios salve a Colombia. Al pesimista panorama que registran las encuestas sobre el gobierno de Duque, se agrega ahora este horrible atentado de la Escuela de Policía General Santander, que ya cobra 21 vidas. La pregunta es: si no están seguros los cuarteles policiales y militares ¿se encuentran seguras las ciudades y pequeñas poblaciones del país donde habitamos los colombianos?