Pacto Educativo Global- Por: Jairo Torres

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El debate educativo nacional, en los últimos meses ha estado centrado en la reforma de la educación superior relacionado con la Ley 30 de 1992; la cual regula la educación superior; además, un proyecto de ley estatutaria que la reconozca como un derecho fundamental progresivo por parte del Estado.

En el marco de este debate es necesario integrar la iniciativa emprendida por la Iglesia Católica bajo el liderazgo de su santidad; el papa Francisco, quienes lideran un pacto global por la educación; esto, con el propósito de sumar e integrar esfuerzos que propicien una transformación cultural a través de la educación.

El mundo atraviesa tiempos complejos, centrados en formas, etiquetas, superficialidades y un narcisismo envolvente que nos desvincula de la realidad, conduciéndonos a una sociedad del vacío que requiere ser pensada en su esencia y contenido para su transformación humana y social. En este sentido, la apuesta por un pacto educativo global, el papa Francisco invita a dialogar sobre las formas en que estamos construyendo el futuro del planeta y la necesidad de educar en talentos y capacidades humanas, porque los cambios requieren de la educación que nos hace conscientes, solidarios y fraternos; por ello, la iniciativa de un acuerdo educativo global, cuyo centro sean los jóvenes que representan las presentes generaciones; con el fin de construir una educación abierta, incluyente y dialógica, que permita integrar y reconstruir un horizonte de sentido para enfrentar los desafíos que nos interpelan.

El mundo actual, en permanente transformación atraviesa por multiplicidad de crisis políticas, religiosas, morales y económicas que, tienen como factor común la violencia, desesperanza y la muerte; que hoy precipitan transformaciones culturales, antropológicas y nuevas formas de lenguaje que descartan y anulan lo existente sin ninguna reflexión; como señala el Papa Francisco en su carta encíclica Laudato si’ «La educación afronta la llamada rapidación, que encarcela la existencia en el vórtice de la velocidad tecnológica y digital, cambiando continuamente los puntos de referencia.

En este contexto, la identidad misma pierde consistencia y la estructura psicológica se desintegra ante una mutación incesante que contrasta la natural lentitud de la evolución biológica». Asistimos, a un mundo de la inmediatez y rapidez, del menor esfuerzo posible, las salidas y repuestas fáciles; este enfoque antropológico y cultural de la existencia, nos desvincula, atomiza e individualiza.

En consecuencia, el pacto por la educación global que propone el Papa involucra a todos los actores de la sociedad en función de un gran acuerdo educativo centrado en siete vías:

1. Poner a la persona en el centro. Contra la cultura del descarte, poner en el centro de todo proceso educativo a la persona, para hacer emerger su especificidad y su capacidad de estar en relación con los demás.

2. Escuchar a las jóvenes generaciones. Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna de toda persona.

3. Promover a la mujer. Favorecer la plena participación de las niñas y las jóvenes en la educación.

4. Responsabilizar a la familia. Ver en la familia al primer e indispensable sujeto educador.

5. Abrirse a la acogida. Educar y educarnos en la acogida, abriéndonos a los más vulnerables y marginados.

6. Renovar la economía y la política. Estudiar nuevas formas de entender la economía, la política, el desarrollo y el progreso, al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.

7. Cuidar la casa común. Custodiar y cultivar nuestra casa común, protegiendo sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y apostando por las energías renovables y respetuosas del medio ambiente.

Esta iniciativa debe hacer parte de la reflexión y debate sobre la reforma a la educación en Colombia.


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