Yo, a pesar de los eventos ya ampliamente comentados esta semana, no entiendo la dizque “pelea” entre Trump y Petro. Ahí no hubo pelea, hubo un desencuentro de agendas políticas de parte y parte.
Bien era sabido que Trump había hecho campaña con el cuento de los inmigrantes ilegales, y que su posición iba a ser dura en eso. Ya desde la administración Biden estaban deportando indocumentados a granel, solo el año pasado 14 mil. Y también llegaban en aviones militares y esposados, pues muchos de los deportados tienen antecedentes criminales.
Ustedes no entienden cómo es que funciona la inmigración ilegal y qué es lo que está combatiendo Trump.
El sistema fronterizo SIEMPRE ha existido para dejar pasar inmigrantes, pero está establecido de tal manera que solo “pasen” los más fuertes, y cuando hablo de “fortaleza”, no solo hablo de fortaleza física sino también gente con fortaleza mental y habilidades prácticas, gente que contribuya a la sociedad americana positivamente.
Pero lo que estaba pasando con Biden es que, ese man, sabiendo que Trump es medio racista y anti-inmigrante, y qué el país blanco se le estaba escapando de las manos, políticamente hablando, permitió la entrada de millones de ilegales con el propósito de que le devolvieran en agradecimiento su voto cuando se hicieran ciudadanos americanos. En otras palabras, Biden les abrió la puerta para que se hicieran americanos y votaran por el partido demócrata, y así mantener abajo al partido republicano.
Pero eso a su vez implica una variación considerable de la mezcla racial del país, pues en la medida que la población hispana en Estados Unidos aumenta y se inclina hacia los demócratas, el “core” del país anglosajón, protestante, conservador y blanco, se reduce, y los anglosajones blancos y protestantes no aceptan que su país se convierta en un país en donde la diversidad racial algún día acabe como la mayoría, y en realidad tienen razón. Es como si Colombia se vuelve próspera algún día y empieza a recibir inmigrantes de todas partes, y un día los nacidos en el extranjero acaban siendo más que los colombianos originales y acaban poniendo presidente, y senado, y jueces y demás vainas. Imagínense ustedes una Colombia en donde el presidente lo escogen los inmigrantes venezolanos, por poner un ejemplo.
Pues eso es lo que representa Trump, quien es el presidente de los anglosajones nativos que conforman el corazón de la nación.
Ya desde la primera administración de Trump las administraciones se dieron cuenta del descontento de los nativos anglosajones en contra de esa alteración de la mezcla racial (10 millones de ilegales durante la administración Biden), y Biden se empezó a dar cuenta que ese tema ya había permeado a su partido y que le estaba costando políticamente, y ahí fue cuando empezaron a deportar gente masivamente. Este enero han sido deportados menos colombianos que el enero del año pasado, aquí lo único que ha cambiado es el tono del que los deporta, y su filiación política.
Todo este asunto es un asunto político. El “deportador” de hoy no es un viejo cacreco y sonriente como Biden sino un “rough neck” de Nueva York, hosco y abrasivo, que repele con solo verlo, porque Trump es el empaque del bully neoyorquino. Eso es lo único que ha cambiado, el empaque.
Entonces, nuestro querido Presidente Petro, vio en ese cambio de “empaque” una oportunidad política. Aquí no ha cambiado nada en términos de inmigración. Lo mismo que estaba haciendo Biden hace un año lo está haciendo Trump ahora. Lo que ha cambiado es el actor que deporta, y su filiación política. Y Petro vio una oportunidad electoral en ese cambio de agente deportador.
Y he titulado esta nota “peleando solos” porque este asunto ha sido ligeramente cubierto por los medios aquí, de hecho, casi nada. Toda la bulla sobre este asunto viene de Colombia. Acá la noticia fue cubierta como que Petro protestó, Trump amenazó con subirle las tarifas a los productos colombianos, y Petro reculó, acabando incluso mandando aviones para recoger a los deportados, haciéndoles un favor a los gringos que ahora se están ahorrando la gasolina de los aviones, no es más. Absolutamente nadie ha dicho que “Trump reculó”, que Petro humilló a Trump, nada de esa vaina. De hecho, alguien comentó en alguna parte que ahora no recuerdo el famoso tuit de Petro que yo he bautizado “la epístola”, y lo hicieron en burla, sobretodo por el ofrecimiento del “whisky” a Trump a pesar de la gastritis de Petro porque Trump es abstemio, no bebe si no coca cola.
Entonces, ante esa visión de burla y chistes de acá, tenemos una visión de “épica petrista” en Colombia que está completamente desenfocada. De hecho alguien ayer comentó por acá que ya empezaron a llegar deportados encadenados otra vez, es decir, la tal lucha por la dignidad apenas duro 48 horas.
Mientras acá nadie se ha gastado dos párrafos sobre el tema, en Colombia no se ha dejado de hablar sobre el tema desde hace 5 días.
La perspectiva acá es que Trump está haciendo lo que prometió en campaña, deportar a los ilegales más malos, y mantener la supremacía anglosajona -o blanca- en la sociedad americana, lo cual es entendible. Es su país, ellos lo construyeron, ellos lo hicieron grande y poderoso, ¿ a cuenta de qué tienen que ceder sus privilegios para que vengan otros de afuera a dominarlos políticamente? Yo no soy trumpista, y menos seguidor de Biden, pero entiendo el malestar de los blancos acá, y no es porque yo me sienta “blanco” sino precisamente por lo contrario, porque fui alguna vez un inmigrante legal, y este país, para bien o para mal, me ha dado algunas oportunidades a pesar de yo no ser anglosajón, blanco (en el sentido americano) o protestante. Y yo soy consciente de mis limitaciones como inmigrante. No tengo hijos, pero es probable que si los hubiera tenido, mis hijos la habrían tenido más fácil que yo, una vez ya fueran americanos nacidos acá. Yo he entendido, más a la mala que a la buena para ser honestos, que este no es el país que mi estirpe ha ayudado a construir. En Colombia mi estirpe tiene una historia, yo tengo una historia. Mi ancestro alemán vino en la expedición de Federman, cuando España le entregó a la Casa Welsser, una familia de banqueros del siglo XVI, los derechos para la exploración del norte de Suramérica. Esos conquistadores fundaron ciudades, trajeron la civilización europea, hicieron la colonia de la Nueva Granada. Y después, ancestros míos pelearon en las guerras de independencia con Bolívar y ayudaron a fundar la República de Colombia. Si mañana llega un venezolano a mandar en Colombia y a tratar de ningunearme, yo lo mando para casa-el-carajo, porque Colombia es más mía que de él, eso está claro. Y en parte, ese es el malestar que siento con los políticos turcos de Colombia. Se han apoderado de la política de la Costa y han traído una gran corrupción rampante, y ahora se sienten más dueños de Colombia que los que llevamos 500 años en esa tierra. Igual acá. La historia de cualquier gringo anglosajón del corazón del país tiene en su árbol genealógico alguien que vino en el siglo XVII entre los refugiados religiosos que escapaban de Inglaterra u Holanda, y tiene a algún ancestro que estuvo con Washington en la guerra de independencia americana, y otro ancestro que luchó en algún bando en la Guerra Civil Americana, y un abuelo o bisabuelo que estuvo en la Primera o la Segunda Guerra Mundial con el ejército americano. Entonces, ¿vas tú a ceder tu linaje, un linaje que ha construido un país rico y poderoso, para que venga un inmigrante de Venezuela, o de China, o de Haití, a ser más “americano” que tú y te diga cómo gobernar y quién va a ser el próximo presidente? Por supuesto que no, nadie va a aceptar eso, ni aquí, ni en Colombia, ni en Italia, ni en Francia, ni en ningún país que ve que sus países se llenan de inmigrantes venidos de otra parte.
El resto, la traída de los deportados en avión de la FAC, y el recibimiento con conjunto vallenato, y las voces de protesta por la “indignidad” de los deportados, es todo relleno con propósitos políticos. Trump los expulsa con bulla para hacer política y decirle a sus seguidores que les está cumpliendo, y Petro los recibe con igual bulla para agarrarse del cuento de la dignidad y hacer política con ese cuento.
Y el resto, todos los que se agarran aquí y allá por ese cuento, están peleando solos, porque la única verdad es lo que acabo de escribir arriba.
La frontera no está cerrada del todo, eso es mierda. Nunca ha estado cerrada y nunca va a estar cerrada del todo. El sistema fronterizo existe para que pasen los más fuertes. Ahora lo que pasa es que, esos 600 mil venezolanos no le sirven para nada a los Estados Unidos, excepto para votar en contra de los republicanos el día que se hagan ciudadanos. Y lo mismo se puede decir de los haitianos, los brasileños, y de uno que otro colombiano, aunque los colombianos acá tienen fama de camelladores, y eso nos beneficia.
La puerta se la están cerrando a los que no sirven para nada y vienen acá a votar contra los republicanos y a hacer cagadas. Pero si usted en verdad quiere trabajar decentemente, y usted es una persona fuerte, y usted quiere contribuir positivamente a la sociedad, usted pasa. Además, todos esos venezolanos que van a devolver próximamente son tipos que han vivido durante más de 20 años bajo el chavismo. Ideológicamente, así el tipo se haya escapado de Venezuela, ese tipo es un indeseable, pues está acostumbrado a vivir del estado y no sabe hacer nada. ¿Para qué quieres tu ese tipo en tu sociedad, una sociedad ultra capitalista como esta? Para nada, esa es la realidad.
Por ahí salió hoy Petro diciendo que los deportados tendrán derecho a créditos del Dapre para que se incorporen a la sociedad, y eso todo suena muy bien, pero no es más que más bulla política, como todo lo que hace Petro. Tu vas y le preguntas a esa gente que si quieren el préstamo del Dapre o volver a los Estados Unidos, y todos te van a decir que prefieren volver a los Estados Unidos. Esa política de Petro es un gesto político que no soluciona el problema de fondo, que es, cómo construir una nación próspera en donde la gente no se tenga que ir del país.
Ustedes pueden seguir peleando solos si quieren, pero yo les recomendaría que pasen la página y traten de entender lo que pasa acá, y como se ve el problema de la inmigración ilegal acá. Acá no hay pelea. Tanto republicanos como demócratas están más o menos de acuerdo en que hay que cerrar la puerta un poco más. El resto es demagogia política a ambos lados del charco. Por un lado un gringo patán que hace bulla para que su votantes vean que está cumpliendo con su promesa de campaña, y del otro lado un charlatán que está recibiendo a los deportados como si fueran hijos pródigos.
Hijos pródigos que no querían regresar a la casa de su padre, como debería haber sido, de acuerdo a la historia bíblica…