La clave del éxito de Uribe es la de entender que ganándose medios pequeños puede obtener un número importante de votos en región.
Como editor de Las 2 orillas asumí riesgos que en otro medio me hubieran prohibido. Durante las elecciones presidenciales del 2018 no disimulé la simpatía que me generaba Gustavo Petro. Escribí varias columnas apoyándolo. En la sala de redacción, los que no eran petristas, protestaban con encono: “esto se volvió el cuartel general de la Colombia Humana”. Después del 2018 Petro dejó de ser lo que se esperaba de él, el líder de la oposición a Duque, y adoptó posturas que fueron criticadas desde el portal como su apoyo a Hollman Morris a la alcaldía de Bogotá, a pesar de los señalamientos de su exesposa, y el maltrato que recibieron dentro de la colectividad María Mercedes Maldonado y Ángela María Robledo. Aunque hemos intentado contactarlo para una entrevista, pero no es capaz siquiera de devolvernos la llamada.
Mientras Petro pretende ganarse el corazón de los suscriptores de Semana, Uribe va por fuera de la burbuja. La rompe. Para entrevistar a Petro hay que ser un militante confeso y violento como Levy Rincón.
Esa intolerancia a la crítica es propia de la izquierda. Se sorprende uno al ver lo bien que sabe tratar la derecha a los medios. Con Uribe, a pesar de la postura adoptada en mis columnas, el trato es cordial y hasta nos ha concedido entrevistas o declaraciones. Lo mismo sucede con la mayoría de los congresistas del Centro Democrático. Esa capacidad de venderse es lo que nos ha condenado a dieciocho años de presidentes uribistas. Recuerden que hasta Santos estuvo ungido por el gran patriarca.
Sin embargo, Petro, en su arribismo, corre cada vez que lo llama Vicky. Lo mismo hace Gustavo Bolívar. Después de rasgarse las vestiduras porque Ricardo Calderón renunció, cansado de una probable fusión entre la impresa y el .com de Vicky, y atormentado por la leucemia, de la dirección de Semana corrió como una bastonera después de un gol cuando lo llamaron para hacer una columna después de la desbandada de los periodistas de la Revista. Es lo mismo que Timochenko. Las 2 orillas fue el primer medio en tener de columnista a un exFarc después de la firma. Gabriel Ángel sigue siendo una de nuestras plumas más queridas. Sin embargo, a Rodrigo Londoño tampoco le gustan los cuestionamientos y les ha hecho desplantes a reporteros nuestros. Desplantes feos. Sin embargo, lo llama Jessica de la Peña y sale de la ducha corriendo, con jabón y todo.
La clave del éxito de Uribe es la de entender que ganándose medios pequeños puede obtener un número importante de votos en región. Durante la pandemia las entrevistas que le hacían desde emisoras como Radio Guatapurí eran constantes. Mientras Petro pretende ganarse el corazón de los suscriptores de Semana, Uribe va por fuera de la burbuja. La rompe. Para entrevistar a Petro hay que ser un militante confeso y violento como Levy Rincón.
Los rebeldes de Semana en este momento no pretenden irse a medios digitales. Claro que no. Ellos siguen pensando que esta vaina debe ser impresa y de élite.
No entender la capacidad de los medios nativos digitales refleja la incoherencia de una izquierda anacrónica, anquilosada como la colombiana. Durante más de 120 años dos familias, la de El Tiempo y El Espectador, narraban la verdad oficial desde los periódicos. Todo eso lo rompió La Silla Vacía, Kien y Ké y las mismas Dos Orillas en el periodo de tiempo que va entre el 2008 y el 2013. Un espacio como el nuestro, la “Nota Ciudadana”, tan criticado por todos esos que se derritieron por el Simón Bolívar dado a Jorge Cardona, le está permitiendo a miles de personas en región denunciar, opinar, contar, tener voz en todo el país.
Los rebeldes de Semana en este momento no pretenden irse a medios digitales. Claro que no. Ellos siguen pensando que esta vaina debe ser impresa y de élite. Unos se van con Los Danieles como escampadero, otros escaparán a Los Gustavos, pero siempre con la mirada puesta en las dos grandes casas editoriales, El Tiempo y El Espectador. Es una lástima que no exista ni siquiera un atisbo de interés de unirse y formar un medio fuerte entre todos. Esto es de sacar y medirse el ego, para ver quien lo tiene más grande. A ver quién es el más respetable. Y mientras tanto la historia pasa frente a ellos y los abofetea. La historia es esto querido amigo. Esto que usted está leyendo gratis desde su celular.