Podrán decir lo que quieran sobre Piedad Córdoba, que yo mismo nunca estuve convencido de sus “proximidades” políticas (Chávez, Maduro, las Farc), y mucho menos de las actividades de ciertos miembros de su familia. Pero esa vieja defendía sus convicciones con un tesón raro considerando el carácter average del colombiano, y ese coraje siempre lo admiré.
A mí me gustan la gente con coraje personal, y esa vieja tenía ese coraje personal que yo tanto admiro.
Y antes de vaciarse con comentarios crueles y ofensivos ahora que ha fallecido, sus más acérrimos opositores deberían tratar de ponerse en los zapatos de una mujer como ella.
Nacida en la pobreza, siendo afro en Antioquia, en donde ser afro más que una desventaja es casi una maldición, y con filiación de izquierda, la vida de esa vieja fue siempre remar contra-corriente.
Y a aquellos que la critican porque era muy cercana a Chávez y Maduro, les digo eso: solo en la Venezuela chavista la vieja se sintió, por única vez en su vida, con la corriente a su favor.
Es difícil ser negro en Colombia, un país podrido con el racismo. Pero ser negro y de izquierda, en un departamento como Antioquia, es casi estar jurado, una maldición.
Y, en el fondo, yo le reconozco su deseo de luchar por una sociedad más igualitaria, porque su lucha reverbera con la mía, pues ese es también mi objetivo. Yo no soy socialista, pero sí creo en una sociedad más igualitaria en donde haya igualdad de oportunidades.
En últimas, creo que se fue de este mundo con la corriente circulando a su favor después de haber visto la elección del primer presidente de izquierda en Colombia, aunque creo que esa paz interior que debió alcanzar por ello debió quedar neutralizada por la cagada de su hermano traqueto.
La gente acomodada en Colombia no posee poder de abstracción para entender los padecimientos de la gente más humilde. Cuando alguien de una familia humilde alcanza dinero, renombre o fama, esa persona no viene acompañada de una familia con un médico reconocido en la familia, un arquitecto famoso en la familia o un primo senador. La gente humilde que triunfa son ellos solos, y, por lo general, vienen acompañados de una cola negativa como le ha pasado a Petro y a Piedad Córdoba. Hijos caspas, hermanos traquetos, primas putas, tíos ladrones. ¿Ustedes que creen, que las familias de la gente humilde están llenas de gente rica, prestante y famosa? Por eso son pobres y humildes, porque no tienen nadie en sus familias que los ayude, y en busca de algo para salir de la miseria, algunos de esos familiares toman el rumbo equivocado. Le pasó a Petro con su hijo caspa, y le pasó a Piedad Córdoba con su hermano traqueto, y ni usted ni yo somos nadie para juzgar. Si en vez de ser negra Piedad Córdoba hubiera sido blanca, y si en vez de llevar el humilde “Córdoba” de apellido hubiera llevado el “Tobón White”, por decir cualquier cosa, hoy la estarían velando en el Congreso y su entierro habría sido con carruaje jalado por caballos. Pero como apenas le alcanzó para que le dijeran “La Negra”, su entierro no pasará de un asunto familiar atendido mayoritariamente por afros como ella.
Petro debería cagarse en todo el dizque “aristocracia” colombiana y rendirle honores a Piedad como debe ser. Después de todo, si fue verdad que ayudó en el proceso de paz con las Farc, y eso, fue un logro tangible, que es mucho más de lo que ha hecho el 90% del Congreso de Colombia.
“Coraje” es la palabra que define a Piedad Córdoba, y yo siempre estaré allí para exaltar el coraje.
Piensen en la vida de Piedad Córdoba y todo el coraje político que siempre demostró, y ahora piensen en la cara de cagado permanente que siempre muestra Barbosa y pregúntense quién les causa una mejor impresión, si esa “negra” corajuda, o ese calvo cagón hijo de puta.
¡Éche!, yo no sé ustedes, pero si a mi ponen a escoger entre esos dos, yo escojo un millón de veces a Piedad Córdoba…
Q.E.P.D.