¿Por qué los uribistas odian a los profesores?- Por: Óscar Perdomo Gamboa

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Los profesores que intentaron enseñar a los cabecillas uribistas debían estar pagando un karma muy pesado, quizá en la vida pasada fueron nazis, fundadores del Ku Klux Klan o árbitros de fútbol.

El Centro «Demoníaco» emprendió una nueva cruzada contra la inteligencia, pues necesita a los colombianos brutos e ignorantes para que no piensen y sigan ciegamente las órdenes de su amo. Los enemigos son los profesores, que han sido señalados de adoctrinadores, terroristas y otras ridiculeces que realmente son señalamientos para que las Águilas Negras y Verdes los asesinen bajo la mirada complaciente de ‘MinMasacre’ y el títere Duque. A propósito, el subpresidente tampoco es bueno para el estudio, ni siquiera para el estudio de grabación.

Es comprensible el odio de los uribistas hacia los docentes, pues ellos eran los que trataban de enseñarles a leer. Imagino el rencor de María ‘Petarda’ Cabal hacia el profesor de literatura que le recomendó a Gabriel García Márquez y recibió como respuesta que se iría al infierno por comunista, o el de Paloma Violencia cuando empezó su tarea sobre el Quijote con la falsa cita «Ladran, Sancho…», señal de que nunca coge un libro, quizá le copió a Fajardo.

Los profesores que intentaron enseñar a los cabecillas uribistas debían estar pagando un karma muy pesado, quizá en la vida pasada fueron nazis, fundadores del Ku Klux Klan o árbitros de fútbol. Debe ser muy frustrante tratar de poner algo de conocimiento en esas cabezas huecas, vacías, inútiles… sobre todo en la de Alberto Bernalga, donde cabría toda una biblioteca y no entra un devaluado centavo de dólar. Les fue tan mal en el colegio que perdieron hasta catequismo, por eso ‘Narca’ Lucía comparó al ‘Matarife’ con Jesucristo y Paloma Violencia lo santificó en un cuadro.

Imagino algún pobre profesor de historia calificando con tinta roja las tareas en las que Iván Duque afirmaba que los padres fundadores estadounidenses habían apoyado la Independencia de Colombia o María ‘Petarda’ Cabal negaba la Masacre de las Bananeras. Ese pobre docente aún debe sentir vergüenza cuando la escucha decir que la Unión Soviética sigue viva. También, hubo un trino de la Presidencia de la República que aseguraba que Alaska quedaba en Canadá. Hasta los periodistas comprados por el uribismo, como los de «Semala», fallan en sus pruebas de geografía y dicen que aún existe Checoslovaquia.

Además, deben detestar a los profesores de matemáticas. Por ejemplo, ‘Narca’ Lucía Ramírez nunca aprendió a dividir. En un trino dijo que un año tenía tres semestres; ella no hace operaciones aritméticas, sino operaciones Orión. Tampoco destacó en química, pues cuando le hablaron de lo nocivo del glifosato afirmó que quinientos vasos de agua también enferman. Afortunadamente, su hermano traqueto sí debe saber de química, para tratar la heroína que llevó a Estados Unidos, y de matemática, para calcular lo que pagó su hermana al sacarlo de la cárcel.

Pero esta dificultad con los números también afecta a la nueva generación del uribismo. Tomasito, el príncipe heredero, dijo que $300 000 millones multiplicados por cuatro daban $4,5 billones, errado cálculo que el Centro «Demoníaco» puso en un trino oficial; lo que no sorprende, ninguno de ese partido sabe contar, ni siquiera la plata del ‘Ñeñe’ o los votos en la Registraduría. Igual, los hijos de Uribe nunca fueron buenos estudiantes; a Jerónimo le descubrieron un plagio en la Universidad de los Andes y solo pudieron evitar su expulsión con abogado y presión del ‘Innombrable’. Sin embargo, para tratarse de dos muchachos que aborrecen las matemáticas, supieron multiplicar muy bien lo que invirtieron en manillas y zonas francas.

Hay que reconocerle a los del Centro «Demoníaco» que, si bien no entienden de aritmética, contratan a los que sí saben. Por eso en las declaraciones de renta pagan cero pesos a pesar de tener montones de casas, propiedades y tierras despojadas; sin mencionar las cuentas en el exterior para evadir impuestos o los afamados Panama Papers, los únicos papers que han conocido en su vida. Quien sí aprovechó el colegio fue el ‘narcoembajador’ Sanclemente, pues aprendió a instalar laboratorios en su finca.

Pero el peor de todos es el bachiller Macías. Detesta tanto a los docentes que nunca volvió a la escuela con tal de que no lo enseñaran a pensar. Compró un diploma en algún garaje y se hizo camino en la politiquería entre jugaditas y lambonerías. Pero, por mucho que simule escribir libros que ni él mismo leyó, aunque el burro se vista de seda… A pesar de sus pretensiones, sus cómplices de bancada se le burlan y lo tienen por un comodín grosero e inculto. Hasta ‘Pachito’ Santos se siente inteligente a su lado.

Tras ver las brutalidades que cometen los uribistas diariamente, no es difícil entender el odio que sienten hacia el conocimiento que imparten los profesores. Los que desconocen de historia, matemáticas o ética, resulta inversamente proporcional a sus capacidades para la calumnia y la violencia. Sus mentiras pululan en las redes sociales, promovidas por chupamedias y bodeguitas; sus ejércitos de narcos y águilas perfilan a los docentes para amenazarlos y asesinarlos. Los del Centro «Demoníaco» tienen un doctorado honoris causa en criminalidad.

 


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