¡Atención! Estamos bajo el imperio del hampa. La ciudad se ahoga en sangre, hambre y desgobierno. Por estas tres causas las fuerzas estratégicas y ciudadanas deben solicitar la intervención urgente a Cartagena. Debe ser una intervención bajo el principio de complementariedad. El presidente Iván Duque puede y debe intervenir en la ciudad para garantizar los derechos de la ciudadanía. La situación lo amerita, ya que el alcalde William Dau Chamat demostró que carece de capacidad para abordar desde temas sencillos hasta más complejos, como la seguridad ciudadana.
No es de poca monta que el primer trimestre del 2022 lo hayamos cerrado con más de 90 homicidios y la mayoría en la modalidad de sicariato. El estado de zozobra que vive la ciudadanía es diciente. Según la última encuesta realizada por el DANE (Pulso Social), de 23 ciudades, Cartagena es la ciudad con peor percepción de seguridad: 93% de la gente se siente insegura caminar de noche y de día por sus calles.
No obstante, no escuchamos y no vemos acciones de los gremios económicos, la Cámara de Comercio de Cartagena. Mucho menos de las centrales obreras (excepto la CGT), las organizaciones de derechos humanos excepto algunos veedores como Erick Urueta, Alcides Arrieta, entre otros. Nadie quiere hablar ni mucho menos actuar para exigirle a este mandatario que cumpla con la ley, la constitución y su mandato de gobierno.
Tampoco los sectores políticos. No hay senadores ni representantes que se pronuncien y actúen sobre la crisis de seguridad humanitaria de Cartagena. La izquierda agrupada en el Pacto Histórico está de sacamica de este gobierno corrupto e inepto. El concejo está maniatado. Existe un silencio cómplice con esta administración que ha sido un desastre para la ciudad y para la ciudadanía.
Crisis humanitaria
Pero no solamente vivimos una crisis de seguridad. Fundamentalmente estamos soportando una crisis humanitaria. Según el Dane, en esta ciudad del Caribe, el pueblo está aguantando física hambre. El 68,3% no se come las tres comidas. Cartagena es una de las ciudades más desiguales del país. Es una crisis humanitaria que se ha agudizado por la ineficiencia del alcalde de turno.
Está claro que el alcalde actual no es el causante de todo este panorama social. Pero es la persona que prometió invertir $15 mil millones de pesos mensuales para la superación de la pobreza, acabar con la corrupción administrativa, y apoyar la generación de empleo. Contrario a esto, lo que se ha visto con William Dau es una agudización de la crisis humanitaria. El hampa es el que decide en las calles. La corrupción es tan galopante más que en los gobiernos de los «malandrines». La pobreza en sus manos creció exponencialmente. Pasó del 30 al 40%. ¿Qué más esperamos para pellizcarnos y salir de este alcalde que ha salido más malandro que todos?
LÁZARO ESTÁ MUERTO
¿Acción policiva? La solución no solo es operatividad policiva. No es un problema de falta de gasolina para el parque automotor de la Policía Nacional. ¡No! El problema es más profundo y complejo. Es una crisis humanitaria la que estamos viviendo y que se ha exacerbado con este gobierno inútil.
En ese sentido, pensar que con una acción de propaganda pública denominada «Lázaro» vamos a detener la espiral alcista de la violencia, no deja de ser inocente. ¡Es un engaño al ciudadano y propaganda para un alcalde que solo vive del bochinche! El alcalde Dau es en sí mismo un factor de violencia y degradación de la moral ciudadana. Es un espécimen que las nuevas generaciones no deben imitar. Su perversidad es diciente.
Los análisis realizados indican que la ciudad va camino a un Acapulco. De una ciudad paradisíaca a una ciudad del hampa. Los gobernantes crean falsas paz y realizan acuerdos tácitos con los capos de los carteles para que los homicidios se reduzcan. Pero la misma policía sabe quiénes son los que ordenan esos sicariatos. Y saben quiénes son los pistoleros del hampa.
Intervención urgente a Cartagena
En consecuencia se hace necesario no solo un plan que contrarreste los homicidios sino una intervención integral a mediano plazo de la ciudad. Sin embargo, el principal escollo para lograr este objetivo de rescate de la ciudad es el mismo alcalde Dau. Necesitamos salvarla de la clara ineptitud de esta administración que la está llevando a la debacle. La administración del Distrito carece de un alcalde competente para liderar cualquier proceso de rehabilitación o de intervención integral de la ciudad.
De tal manera que, tomando en cuenta los diferentes procesos disciplinarios, fiscales y penales que se llevan contra el alcalde William Dau, los organismos de control deben producir resultados con relación a la conducta omisiva y dolosa en la que ha incurrido. Solo recordemos los contratos sin el lleno de requisitos durante la cuarentena, contratación del PAE, omisión y apropiación indebida de recursos, como el caso de $1.600 millones que les pagaron a los miembros de su gabinete. Manejo deficiente y corrupto de $2.4 billones de los dos años de desgobierno. Y un largo etcétera.
Al mismo tiempo, las fuerzas estratégicas de Cartagena, la Universidad de Cartagena, incluso el concejo distrital, los gremios económicos y los organismos de derechos humanos deben manifestarse urgentemente para que esa intervención del gobierno nacional sea lo más pronto. En este caso se debe nombrar un consejero especial que coordine esa intervención integral de Cartagena.