“Esa universidad me pone unos votos muy importantes y adicionalmente… Aquí hay un negocio… Ustedes me dicen… y yo voy y digo: pa esta jugada vale tanto y vamos pa’lante. Así de sencillo”.
Un senador le ofreció a un juez conseguirle un soborno para que decidiera a favor de unos patrocinadores suyos. Para bien de la opinión pública –y quizás también de la justicia– la comprometedora conversación quedó grabada. El delito tiene prueba reina pero hasta ahora no hay investigación. El senador fue reelegido después de su fechoría. A pesar de no haberse destacado por sus iniciativas como legislador, ni mucho menos por ejercer control político, fue designado como primer vicepresidente del Senado, posición que ocupó hasta el año pasado.
El senador se llama Eduardo Pulgar, es miembro del Partido de la U, y fue a hacer la vuelta para favorecer a su amigo Luis Fernando Acosta Osío, el líder de un grupo que con cuestionadas maniobras logró el control de la Universidad Metropolitana de Barranquilla y pretende quedarse también con la Fundación Acosta Bendeck y el Hospital Universitario Metropolitano. Las tres instituciones facturan 80.000 millones de pesos al año.
Por la magnitud del botín no se han medido en lobbies, maniobras y tráficos de influencias, sobre los cuales seguramente tendremos que hablar, pero hoy nos concentraremos en la oferta del senador Eduardo Pulgar a un juez de la república.
Andrés Rodríguez Cáez, abogado huilense apenas mayor de 30 años, llegó a la costa nombrado provisionalmente como juez primero promiscuo municipal de Usiacurí, Atlántico. Antes de ser juez había sido auxiliar, escribiente y oficial mayor. Conocía su trabajo y quería hacerlo bien. Como había congestión en los juzgados de Barranquilla, pronto empezaron a llegar a su despacho procesos muy importantes. El prestigio del joven juez fue creciendo porque era riguroso en el estudio de las normas, justo en sus evaluaciones e implacable en la aplicación de la ley.
Un buen día de 2017, el alcalde del pueblo, Ronald Padilla, lo invitó a conocer a su jefe político Eduardo Pulgar. La reunión sería en el apartamento del senador en Barranquilla, a una hora de Usiacurí. El juez aceptó sin saber de qué se trataba, pero tuvo la precaución de llevar una grabadora con él.
Pronto el senador Pulgar explicó el motivo de la invitación: “No joda, yo quiero apelar a ti para ver cómo me pueden ayudar ustedes, porque esto es un negocio. Esto es un negocio. Yo te digo la verdad… Esto es un negocio. Esto tiene que quedar entre nosotros tres porque los manes están preocupados. Es más, los manes me dicen: si hay que ir hasta allá, yo voy; pero lo ideal es que no vayan a decir nada”.
Y empezó a presumir de lo que ya había hecho por sus amigos “Yo te voy a decir la verdad, yo a través de la Presidencia de la República y el Ministerio de Educación, conseguí que finalmente ahí pusieran un tipo que ha estado antes en la universidad; que es sobrino del viejo Gabriel Acosta, primo tanto de la mujer de Jaller, como del hijo de Gabriel Acosta. Y ahí eso fue apenas como para un feliz término. La ministra fue… la última resolución fue del ministerio”.
Después el lenguaje se hizo más explícito: “Quiero apelar a la buena relación que ustedes tienen pa ver si me pueden ayudar hermano. Esa universidad me pone unos votos muy importantes y adicionalmente… Aquí hay un negocio… Ustedes me dicen… y yo voy y digo: pa esta jugada vale tanto y vamos pa’lante. Así de sencillo”.
Pulgar, que antes de ser senador había sido fiscal y auxiliar de magistrado, continuó: “No y también tú tienes que ver marica, lo que yo te digo, cuando uno quiere buscarle una vueltecita allí, uno se la busca”.
A este punto, el senador reiteró la generosidad de sus patrocinadores: “Esos manes a mí me ayudan con becas, me dan puestecitos. Yo te hablo la verdad y cuando llega la campaña me tiran un billetico. Yo no te voy a negar nada viejo man, pa que voy a negar eso”.
Pulgar estaba tan confiado que, incluso, sugirió el monto que el juez debería cobrar por la decisión: “Si los manes son juiciosos. Si yo le digo: hey doc esta vaina vale 200 barras. Él me dice: ¿a qué horas y dónde? Así, pa hablar claro. Yo les digo a ustedes la verdad. Aquí hay un negocio…Yo creo… No sé, si ustedes quieren hablar solos”.
No contaba el senador Eduardo Pulgar con la verticalidad del juez Andrés Rodríguez, que respondió: “A ver, senador, yo en principio acepté la reunión esta mañana aquí pues por intermedio del alcalde Ronald, pero yo soy un hombre muy serio. Usted me está hablando de negocios, yo para eso sí, no. Déjeme que le haga la audiencia; déjeme explicarle primero por qué supuestamente llega allá. Ronald me abordaba esta tarde y me decía ¿doctor, pero por qué Usiacurí? Ronald, usted sabe que Usiacurí ha venido moviéndose, ha manejado casos delicados de garantías, yo allá he manejado casos delicados”.
El epílogo es triste. El intento de soborno que en el Código Penal se llama cohecho por dar u ofrecer, le fue relatado a un fiscal de turno. No hay proceso abierto en ninguna parte. Andrés Rodríguez ya no es juez porque se le acabó el nombramiento en provisionalidad. Eduardo Pulgar permanece tranquilo en el Senado, apenas la semana pasada fue noticia porque en el mismo edificio en el que vive se agarró a puños con el exsecretario de Salud de Soledad, Atlántico, por un asunto de corrupción que el exfuncionario asegura que denunciará en la Corte Suprema de Justicia. Luis Fernando Acosta Osío sigue controlando la Universidad Metropolitana con la ayuda de algunos administradores de justicia.