¿Quién tomó las fotos de la caída de las corralejas, hace 44 años? Por: Alfonso Hamburger

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Rafael Enrique Paternina Molina va a cumplir 90 años el 29 de noviembre de ese año y de ellos dedicó a la fotografía por lo menos sesenta años.

Hoy– después que pasó la pandemia no quiso volver a su viejo oficio–, no quiere saber nada de la fotografía. Sus archivos los carcomió el tiempo y los mermó la lluvia, apenas le quedan dos cámaras viejas y la certeza de que con este oficio que se halló por curiosidad en Bogotá al nacimiento de su hijo Moisés, quien hoy tiene 67 años, levantó a sus nueve vástagos, cinco hombres y cuatro mujeres. Todos son profesionales.

La casa de dos pisos y con reja y garaje, en el barrio Palermo de Sincelejo, la construyó a punta de fotos. Por más de cuarenta años fue dueño de Foto Studio Pater, en el centro de Sincelejo, donde tomó miles de fotografías y reveló las realidades en blanco y negro.

Dice que, al nacimiento de su primer hijo, en Bogotá, compró una cámara para hacerle fotos y le quedo gustando el oficio. Tenía 22 años.

Rafael Paternita Molina, dice que tomó las fotos.

Por enésima vez, Rafael Enrique Paternina sostiene que fue el encargado de tomar las fotografías sobre la caída de las corralejas de Sincelejo, hoy hace 44 años, que publicadas por el periódico El Espectador, le dieron la vuelta al mundo.

Con ellas, el fotógrafo Cartagenero, Jesús Ocampo, quien había llegado a Sincelejo con un telefoto para cubrir las fiestas de corralejas de 1980, ganó el premio nacional de periodismo Simón Bolívar y se hizo una celebridad mundial.

Las fotos fueron reveladas en el estudio de Paternina y por ellas una agencia alemana ofreció un dineral, pero Blas Piña, quien era el corresponsal de El Espectador en Sucre, dijo que ni él ni Ocampo, que eran empleados oficiales del entonces más leído diario de Colombia, podían hacerlo.

Paternina era un colaborador habitual, sin contrato, que Blas se llevaba para cubrimientos especiales, como la vez que cayó una avioneta en Sucre. Le pagaban por fotografía publicada, dice ¨Piña.

Blas Piña, defiende la autoría de Jesús Ocampo.

Con casi 90 años, alto, fornido, colorado y el cabello blanco, descendiente de españoles por los Molina, Rafael Paternina aún tiene rabia y dice sin tapujos que aquello fue un fraude.

Paternina señala a Ocampo, quien se alzó con la gloria y a Blas Piña como los auspiciadores del despojo, porque el periodista fue quien escribió los pies de fotos del material e inmortalizó a Ocampo.

En plata blanca, Rafael Paternina sostiene que fue Piña Salcedo quien pidió los servicios de Ocampo para el cubrimiento de las fiestas, pero que realmente el enviado estaba borracho y sin cámara.

Las apreciaciones de uno y otro- porque Ocampo murió- son contradictorias.  Paternina dice que las corralejas, construidas sobre un terreno abonado, se cayeron a la una y treinta de la tarde. Otros sostienen que fue a las tres de la tarde.

Paternina dice que sólo llovió sobre los palcos. Piña dice que llovió en gran parte de Sincelejo.

Paternina sostiene que vio caer los palcos y que una vez en el piso hizo las fotografías, las reveló y personalmente las llevó a la oficina 209 del edificio Madrid, donde funcionaban las oficinas del Espectador.

De todas las fotos, la más llamativa es una en donde aparece la corraleja en el suelo y la gente enlodada, mientras tres toros parecen mansos, paralizados por la lluvia y la tragedia.

Mientras Paternina habla de fraude, Blas Piña defiende el profesionalismo de Ocampo, quien a la postre se inmortalizó con las fotos.

LA VERSION DE BLAS PIÑA.

Como corresponsal por muchos años del Espectador, donde se destacó como uno de los mejores cronistas del país, Blas Piña Salcedo demostró mucha pasión por el periodismo. Aquella vez era profesor del colegio Antonio Lenis, con una asignación mensual de doce mil pesos, de donde renuncia para trabajar con el Espectador por 4.500 pesos. Dice que redondeaba 16 mil pesos mensuales como gerente de Radio Majagual.

Piña Salcedo coordinó la presencia de Jesús Ocampo en Sincelejo para cubrir las fiestas del Veinte de enero de 1980, sin pensar que iban a trascender tanto. La novedad era un data foto de la Reuter, que enviaba las imagines por teléfono, con rayos láser, toda una novedad.

Ahora consagrado Pastor Cristiano, en aquella ocasión Blas era soltero y vivía con su madre y una hermana y tenía una novia que era instrumentista del Hospital Universitario de Sincelejo, ubicado a unas diez cuadras del lugar donde se cayeron las corralejas. Su madre dijo que no quería ir a la corraleja, pero su hermana sí, pero Blas le advirtió que no, porque tenía que trabajar y no podía atenderlas.

Blas atestigua que Ocampo si tomó las fotos. El mismo lo dejó en las corralejas poco antes de la tragedia, aperado con sus equipos para su trabajo de reportero gráfico.

Blas hizo un recorrido por las orillas de la plaza, donde se encontró con el entonces periodista Santiago Rodríguez (fallecido posteriormente) y a quien le dijo, premonitoriamente, que con un leve temblar de tierra iba a haber una mortandad. Los palcos estaban llenos y el sol caliente.

El corresponsal, buscando nuevos ángulos de la información, dejó a Ocampo en la corraleja y se fue al hospital a visitar a su novia. Mataba dos pájaros. Veía a su amada y a la vez podría cubrir desde ese ángulo la angustia de los heridos que llevaran al hospital, sin sospechar lo que venía.

Estaba hablando con su novia cuando comenzó a llover a cantaros. Ella se alegró, porque con la lluvia iban a paralizar la corraleja y no habría heridos.

Estaban cuadrando la agenda cuando oyeron las sirenas de las primeras ambulancias.  Empezaron a llegar heridos y muertos, que iban apilando como leños en los pasillos. Una niña le pidió ayuda a Blas, creyéndolo un doctor y enseguida murió.

Piña llamó a Radio Sincelejo y pidió que lo sacaran al aire para informar y pedir ayuda.

Blas narraba la tragedia y el corresponsal deportivo Luis Salazar llevaba las estadísticas. Esa primera información confirmó más de trescientos muertos, que después pudieron ser más de 500.

Algunos morían chuzados por la madera partida. Los palcos se fueron de lado, porque con la lluvia, los espectadores se guarecieron hacia un solo lado. Hubo personas que murieron quemados por la manteca de las fritangas y otros desnucados porque se tiraban de los palcos, que tenían tres niveles.

Blas Piña atestigua que las fotos fueron tomadas por Jesús Ocampo y que cuando éste se las llevó a la oficina 209 del edificio Madrid, al ver la foto que fue publicada en primare página a cuatro columnas, le dijo:

¡Esta era la que estaba esperando!


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