En estas festividades decembrinas es inevitable recordar con nostalgia y anécdotas, las vivencias de navidades pasadas; recordando amigos de juventud, familiares y seres queridos que hoy no están entre nosotros de manera corpórea. Las ciudades, pueblos y barrios se llenan de vida, alegría y luces de colores; el centro de esta alegría lo constituye el pesebre y el árbol de Navidad que hace parte de una tradición cristiana; que en el pesebre mantiene su originalidad y riqueza simbólica para el mundo cristiano.
El pesebre es el punto de encuentro de las familias y comunidades para reflexionar, cantar y esperar con júbilo la Noche Buena y el nacimiento del Niño Dios. Tratemos de comprender la riqueza simbólica que representa el pesebre en la vida personal, familiar y comunitaria; teniendo como referencia el mensaje del santo padre Francisco sobre la Navidad; para el papa, los componentes del pesebre representan una dimensión de la existencia humana que debemos interiorizar.
Para Francisco, la Navidad es una fiesta ruidosa y nos invita al silencio para escuchar la voz del amor; recordemos que el amor no es solo una palabra o expresión; posee un profundo contenido en el mensaje y vivencia cristiana; el amor representa la ayuda al prójimo que se define como el hermano.
El amor cristiano que se encarna y se vive y se siente en el mensaje de Jesús; que carece y necesita la humanidad; sin el amor, la humanidad es una construcción sin sentido y fallida. Por ello, alrededor del pesebre debemos escuchar la voz del amor para ser mejores personas; el papa nos habla del árbol de Navidad que simboliza y nos representa en la frágil e imperfecta condición humana; pero que resiste con fortaleza y vigor, no solo los vientos de las adversidades, dolores y tristezas; sino las dificultades de la vida.
El santo padre relaciona los adornos de Navidad y los representa con virtudes, lo cual define como colores que adornan nuestras vidas. El papa referencia las campanas de la Navidad que, cuando las tocamos, se convierten en un símbolo que congrega y une a la comunidad; nosotros debemos ser campanas, porque nuestro propósito debe ser unir e integrar. Además, el papa nos invita a que seamos luz de Navidad cuando nuestras vidas se convierten en luz, que oriente y guíe el camino de los demás con alegría, paciencia y generosidad.
Francisco hace referencia a los Ángeles de la Navidad y dice que, somos nosotros cuando cantamos y expresamos al mundo un mensaje de paz, justicia y amor.
El papa nos identifica como la estrella de Navidad cuando orientamos a los demás al encuentro con Jesús. Del mismo modo, somos Reyes Magos, cuando entregamos lo mejor que tenemos, sin importar a quién. También somos música de Navidad, cuando conquistamos la armonía dentro de nosotros. Somos el regalo de Navidad, cuando realmente somos amigos y hermanos de todo ser humano. Asimismo, somos tarjeta de Navidad, cuando la bondad está escrita en nuestras manos. Somos las felicitaciones de Navidad, cuando perdonamos y construimos la paz en medio del sufrimiento. Igualmente somos la Cena de Navidad, cuando compartimos el pan y la esperanza al pobre que está a nuestro lado.
Por todo lo anterior, el papa aconseja que, en esta Navidad, alrededor del pesebre, reunidos en familia y en silencio podamos vivir y sentir el nacimiento de Jesús en nuestro corazones y vidas. Les deseo una feliz navidad y que nuestras vidas se puedan parecer al pesebre.