En la elección del 29 de mayo por la presidencia de Colombia, se enfrentaron diferentes candidatos que supuestamente representaban el cambio, en ese sentido pasaron a segunda vuelta Gustavo Petro y Rodolfo Hernández (outsider), donde lo primero no sorprendería a nadie, pero lo segundo sí, preguntándonos ¿cómo era que un ingeniero de 77 años había podido ganarle al candidato del establecimiento Federico Gutiérrez? Especialmente, porque la mayoría de los grupos políticos lo habían acompañado (maquinarias). Inmediatamente la noticia para los medios nacionales era que habría una segunda vuelta con dos candidatos que representan el cambio.
Pues, de Petro, no tengo dudas, es un político solido versado en conocimientos de economía, política, derecho y sociología, conoce bien el país, y tiene una propuesta clara para la modernización del Estado colombiano, pero, ¡Rodolfo! Que es un político líquido, es decir, producto de la banalidad de nuestros tiempos, solo con un celular desde la comodidad de su cama o desde la cocina de su casa, realizando tik tok, y subestimándolo, lograba establecer comunicación con una población incauta, haciendo uso de un lenguaje directo, sencillo y escueto de fácil entendimiento para la gente, pero con ideas ridículas, insulsas y absurdas en un país que tiene problemas complejos.
Interpretaba de mejor manera, la modernidad liquida, como lo expresa Zygmunt Bauman, la cual, es poco hospitalaria con la crítica y el verdadero conocimiento, ella se sumerge en contenidos, que no tienen, ningún contenido real, son formas llanas irracionales de instantaneidad simplistas con las que se quieren analizar los problemas sociales, es decir, Rodolfo se convertía en un exponente autentico del mundo líquido, por su manera de hacer la política demagógica siendo un populista de derecha que convenció a muchos de tener la fórmula mágica para acabar la corrupción sistemática que existe en el país.
Lo que, por supuesto no es real, y no es real, porque Rodolfo no es como aparenta ser, un ingeniero rico, exitoso, emprendedor y dedicado a las empresas privadas e incorruptible. Este hombre, ciertamente es un explotador, inculto, vulgar, rustico, violento y con misoginia como puede corroborarse en muchas grabaciones y entrevistas que él mismo ha dado. Es de esos empresarios, que pueden construir empresas solo si tiene de respaldo atrás al Estado. Ejemplo: como cuando se compra un terreno y luego el Estado con un acto administrativo o ley, le cambia el uso al suelo, y se te valoriza automáticamente. Tautología del derecho.
En eso, consiste el negocio exitoso del ingeniero, solo posible si tienes relaciones políticas con gente no sancta, también él como alcalde ha ejercido el poder político-administrativo, para favorecerse con coimas, otorgando contratos estatales a los amigos de su hijo, razón de la imputación penal que los tiene encartados con la justicia por los delitos contra la administración pública (caso Vitalogic).
Obviamente, los medios de comunicación de las elites del poder lo presentan como un abuelito tierno, pero rígido al corregirnos, como hizo con el concejal de Bucaramanga, buscan hacerlo ver como un pater del Estado, y en otros momentos, como si fuera un niño chiquito, infantilizándolo tanto que lo vuelven una caricatura divirtiéndonos con sus repentinas ocurrencias. Pero ojo, puede ser que las risas más adelante nos cuesten lágrimas.
Por otro lado, la clase política apuesta a dos cosas de ser elegido Rodolfo i) creen que pueden dominarlo por su avanzada edad y ii) en caso de no poder dominarlo, como presidente, su investigación quedaría posiblemente en la cámara de acusaciones del Congreso de la República y lo obligarían a atender sus necesidades burocráticas y contractuales (chantajes). Cosa no tan exacta en un personaje bipolar, como es “el viejito,” y más bien, deben tener cuidado de darse un disparo en el pie.
En consecuencia, con tan pocos días, sabemos que Rodolfo es ignorante, gaseoso y superficial en los temas del Estado, él no está preparado, pero a cambio es un manipulador de las emociones de la gente y astuto en apelar al error invencible de como su corrupción es buena y necesaria para los intereses sanos de la sociedad. Miente en la radio y en la televisión, sin sonrojarse, pero las redes que ayudaron a posicionar su estéril discurso, son las mismas que también hoy están ayudando a desenmascararlo ante la opinión pública.
Jason Brennan, en su libro “Contra la Democracia,” ya nos advierte, de los defectos de este sistema de gobierno, dice que, a la hora de elegir los mandatarios la mayoría de los votantes promedio suelen estar muy mal informado o ignora la información básica que debe saber de los candidatos y de sus programas de gobierno y terminan en realidad apoyando a candidatos que van en contra de su propio bienestar social. Precisamente, sucede que la falta de información y el desconocimiento objetivo de quien es Rodolfo, lo hace muy peligroso para la democracia y más cuando el uribismo está en sus huestes.
De este candidato líquido, con seguridad podemos afirmar: que es un hombre que no respeta el estado de derecho del orden constitucional, que no está preparado para los asuntos del Estado, que sus relaciones con los grupos feministas no van a ser las mejores, al igual que con el periodismo libre e independiente, que continuaremos con un presidente meme, pero quizás ahora, con un alcance mayor de nivel internacional y que en definitiva no es un candidato del cambio, pues no pretende realizar ninguna reforma estructural que cambie el régimen actual del estado de cosas que agobia al pueblo colombiano. Siendo una garantía para las grandes elites.
Por lo tanto, la democracia colombiana se encuentra a prueba, en una coyuntura especial que puede llegar a ser histórica y que definirá la suerte del país, entre la elección, de un hombre preparado y honesto, como es Gustavo Petro o de un hombre corrupto que, tiene síntomas de dictadorzuelo bananero, como es Rodolfo Hernández. He ahí, el dilema democrático.
Al margen: Fue muy triste el final político de Sergio Fajardo, su odio, lo arrastro a las puertas de Rodolfo Hernández, un candidato, con el cual, en teoría, no tiene ninguna afinidad política, al no ser recibido termina humillado. Su torpeza lo deja sin ninguna importancia en la contienda electoral y, una vez más, puede facilitar el triunfo de un gobierno peor al actual de Duque. Solo le queda ir a ver ballenas.