El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha hecho una declaración a finales de la semana pasada. Refiriéndose a Colombia, y en particular al presidente Iván Duque, manifestó que el presidente colombiano era “un gran tipo”, que Duque le había dicho que iba a detener las drogas, pero “hay más drogas saliendo de Colombia ahora mismo que antes de que fuera presidente”. Un verdadero baldado de agua fría para el ejecutivo colombiano.
La política exterior de la administración Duque optó por tomar como único eje de acción obedecer a los Estados Unidos, para ello llevó su agenda de relaciones al tema de narcotráfico y obviamente al tema de Venezuela.
Incluso los expertos en política exterior colombiana manifiestan que, si bien esta situación de girar solo alrededor del Tío Sam es una práctica recurrente, nunca se había visto una domesticación tan rápida y voluntaria del ejecutivo colombiano como la que ha hecho Duque.
Ahora, con las críticas de su aliado principal, quedan al menos dos cosas claras. Por un lado, que sin Venezuela las relaciones entre Colombia y Estados Unidos son totalmente narcotizadas. Pero tal vez lo otro que queda claro es que las soluciones del gobierno Duque, el diagnóstico sobre el fenómeno del incremento de los cultivos y su lógica para entender este mercado, son totalmente erróneas.
Colombia llegó a su punto más bajo de cultivos de uso ilícito en 2012 con cerca de 48.000 hectáreas de hoja de coca sembradas, de ahí en adelante los cultivos comenzaron a incrementarse rápidamente, hasta llegar a cerca de 200.000 hectáreas sembradas entre 2017 y 2018.
En su momento, cuando era oposición, el actual partido de gobierno, el Centro Democrático, manifestó que el incremento de los cultivos obedecía a tres razones. Por un lado, una “mano débil” del entonces gobierno Santos en la lucha contra las drogas, algo así como falta de enfoque en la seguridad y pocos niveles de represión.
En segundo lugar, la ausencia de las fumigaciones con glifosato. No debe olvidarse que estas se detuvieron hace algunos años, como consecuencia de los posibles efectos secundarios. Para gran parte del mundo científico los efectos cancerígenos del glifosato son bastante visibles.
Por último, acusaban al gobierno de un pacto por debajo de la mesa con las FARC para permitir mayores cultivos. Algo absurdo, pero fue un discurso que se propagó en campaña política.
Ahora que el Centro Democrático está en el poder se ha dado cuenta de que sus recetas no parecen viables y sobre todo no resuelven el problema. Lo cierto es que el narcotráfico es un mercado complejo, que funciona como cualquier otro, es decir, bajo unas reglas básicas de demanda y oferta.
Las causas del aumento de los cultivos de coca en Colombia son tres. Por un lado, la caída del precio del Oro. En Colombia cerca de 500.000 familias viven de las economías ilegales, las más importantes son la del narcotráfico y la minería ilegal.
Así las cosas, estas familias se mueven bajo la lógica de las bonanzas. Desde 2006 hasta 2011 y parte de 2012 el precio del oro subió de forma sostenida, lo cual llevó a miles de familias a dejar de sembrar coca e irse a la minería. Cuando el precio del oro comenzó a caer entre 2012 y 2013 ocurrió el fenómeno contrario, y los cultivos de coca comenzaron a aumentar.
La segunda explicación es el fortalecimiento del dólar o la devaluación del peso. Como en todo el mundo, se incrementó el precio del dólar y con ello, en Colombia, el pago de la pasta base de coca a campesinos mejoró.
La última explicación y tal vez la más importante es el aumento del consumo de cocaína en el mundo. Europa aumentó el consumo, así como Brasil y los Estados Unidos. En este punto la regla es básica: a mayor demanda mayor oferta.
Estos tres fenómenos no solo impactaron a Colombia. Generalmente cuando en Colombia aumentaban los cultivos de coca, estos caían en Perú y Bolivia y a la inversa. Pero desde 2015, aumentaron los cultivos de hoja de coca en los tres países.
Así las cosas, nada tenía que ver este aumento de los cultivos de coca con el proceso de paz, o con la falta de mano dura de Santos. Es un fenómeno complejo, que no lo va a solucionar el glifosato o el encarcelamiento de campesinos pobres. Esperemos que el gobierno de Iván Duque y su partido entiendan la complejidad del problema.