Después de hacer pública esta propuesta a través de estas columnas el año pasado, columnas que, con las escritas por mi tocayo, se han convertido en un referente de la acción política, nos encontramos hoy con que ha comenzado a convertirse en realidad el proceso de construir un Pacto Histórico de la sociedad colombiana. Pasamos de la palabra, siempre fácil, al proceso complejo de construirlo y esa construcción ya comenzó.
Cuando se habla de pacto, no solo se habla del dialogo que es la función muy humana del entendimiento, sino que se habla, además, de un trato, de un acuerdo. El acuerdo que implica el dialogo y lo supera, es uno de los grados más altos de la humanidad, uno de los eventos más civilizados de la especie humana: acordar, tratar. El Pacto representa la superación de la barbarie, la base de la paz y la convivencia.
El Pacto que proponemos es entonces el acuerdo de la sociedad colombiana, que implica un dialogo nacional y un acuerdo entre su diversidad. El Pacto visto así, es el contrato social, la base misma de la nación, como nos recordara Rousseau. Si la construcción nacional es la construcción de los acuerdos fundamentales que permiten la convivencia de todo el cuerpo social, entonces tenemos que decir que la propuesta del Pacto Histórico que hemos lanzado es una propuesta para construir una nación y por tanto la Paz.
El Pacto histórico es el pacto Nacional fundamental de la convivencia y de la Paz.
Cuando hablamos de una Nación como contrato social, hablamos de la inclusión de toda la sociedad en las decisiones y en la distribución de la riqueza. Una nación implica Democracia. Y cuando hablamos de paz, no nos referimos solamente a los acuerdos entre los cuerpos armados, que respetamos y ejecutaremos, sino a la Paz Grande, la paz de toda la sociedad, la Paz vista como una era y no como el comienzo de una nueva violencia.
Es esta característica del Pacto como contrato social y tratado definitivo de Paz, lo que lo hace histórico. No estamos hablando de pactos politiqueros, coyunturales, centrados en la repartija del poder y hechos por debajo de la mesa. Estamos hablando de cambiar la historia de Colombia hacia el sendero de la Democracia, la paz y la Justicia social.
Porque un acuerdo sobre lo fundamental pasa por la construcción de la justicia social en uno de los países más desiguales de la Tierra.
Ahora bien, el Pacto Histórico no es un simple evento social, es, sobretodo, un proceso social en un momento de la historia. El proceso debe englobar a toda la sociedad colombiana en su fase última, ese es su objetivo. Para ello el Pacto Histórico debe ser el método del gobierno, el próximo gobierno, y para ello hay que ganar la presidencia y las mayorías del Congreso. Tiene como eje central de su gobernanza, la búsqueda del mayor de los consensos en las políticas públicas que emanan de lo que deben ser los acuerdos sobre lo fundamental. Concertar debe ser una práctica permanente, que no señala debilidad, sino legitimidad.
Ante ese proceso que debe englobar a toda la sociedad colombiana, en toda su diversidad y pluralismo, hemos dado el primer paso: una lista única y poderosa al Senado de la República y sus listas a Cámara en los departamentos, que espero sean cerradas y cremallera, es decir que garanticen que la mitad de las curules elegidas sean mujeres.
El próximo gobierno comprometido con el cambio histórico, debe contar con gobernabilidad. Hay que elegir una estabilidad firme precisamente para que se puedan hacer los cambios reales. Un Congreso en manos de la politiquería y la mafia, como hasta ahora ha sido el parlamento, no permitiría un gobierno de transformaciones democráticas y populares. Hasta este momento, las mafias han hecho la ley. Han legislado en contra del bien común, en contra del patrimonio público, en contra del campesinado y del medio ambiente, en contra de la mujer, en contra de la pequeña y mediana empresa, en contra de la paz, en contra de la Nación.
Un Congreso de corruptos no permitirá un pacto histórico hacia la democracia.
Por tanto, convocar al país, en un primer momento para cambiar el Congreso de la República y lograr que la ley la haga la ciudadanía, es esencial para lograr, después, un gobierno que construya el Pacto Histórico.
Ese es el sentido del proceso que ya ha iniciado, y que solo fructificará, si millones de ciudadanos y ciudadanas votan por la lista que se propone. Una lista unitaria, de convergencia y plural, representativa de la Colombia nacional, de sus territorios, de su diversidad cultural, étnica, territorial.
Ya muchísimas organizaciones políticas han dado su asentimiento, sectores de la izquierda como el Polo y la UP, indígenas como el Mais, afrodescendientes como el ADA y PCN, de centro como Roy y Benedetti antiguos militantes de la U, liberales, sectores que deciden romper con el Partido Verde como el PTC y la Unidad Democrática, y la presencia de Colombia Humana. Ahora en centenares de sindicatos se discute la entrada al proyecto desde una perspectiva de organizaciones sociales. La lista será político/social.
La lista será abierta en lo que tiene que ver con el senado, es decir con voto preferente por individualidades, pero se financiará fuertemente una campaña única nacional, y se apoyará de manera efectiva las campañas de las mujeres para lograr paridad en la elección de curules. He propuesto que las listas a Cámara sean cerradas y cremallera, es decir que garanticen automáticamente que la mitad de las curules elegidas sean de mujeres.
La lista busca, si la sociedad colombiana está de acuerdo, y su acuerdo se representa por su voto y su participación en la selección de las candidaturas, ser mayoría determinante en el Congreso en las próximas elecciones, para construir un parlamento, el hacedor de las leyes, capaz de aprobar las reformas sociales y económicas del Pacto histórico. Un parlamento que deje de ser de la corrupción y pase a ser de la ciudadanía.
Sin un Congreso de la República que responda a las mayorías nacionales no es posible el Pacto Histórico, y por ello hemos comenzado por este primer escalón.
El segundo escalón, es la consulta presidencial que se realizará en la misma fecha de la elección de Congreso. Hemos propuesto una sola consulta unitaria, abierta a todas las fuerzas progresistas del país. Hemos propuesto que el o la que gane será el candidato presidencial, y el segundo en votación será el o la candidata a la vicepresidencia de la República. Es decir, será la ciudadanía la que escoja la fórmula que ejecutará desde la presidencia el Pacto Histórico.
Todos y todas las participes de la consulta popular serán constructores colectivos del gobierno del Pacto Histórico. El próximo gobierno, si la ciudadanía quiere, será entonces un gobierno pluralista, y su programa de gobierno construido colectivamente con la ciudadanía. El programa de gobierno será el eje fundamental del Pacto Histórico.
Como muchas de las propuestas de reforma demandan para su ejecución más de un periodo presidencial, y no seríamos honestos si ofreciéramos cambiar a Colombia en tan solo cuatro años, hemos propuesto, como se hizo en Chile, que siempre, si la ciudadanía quiere con su voto, el Pacto Histórico sea obra de varios gobiernos. No seríamos serios si no planteáramos que un cambio de época, de historia, implica el uso de varios quinquenios de transformaciones. Varios gobiernos dirigidos por diferentes personas.
Cambiar la historia de un país no es fácil, y depende de su propio pueblo. Lo que proponemos es un cambio real hacia una Colombia productiva, democrática, justa y en Paz.
La Colombia de hoy no merece continuar. Al pasado de nuestra historia debemos dejar el raquitismo económico, la violencia perpetua, la desigualdad y la injusticia desorbitantes, la ignorancia académica, el engaño y la corrupción permanentes que nos rodean y acompañan desde hace décadas y siglos. Esa Colombia hay que dejarla en el pasado. El futuro inmediato que empezamos a construir hoy es el de una nación moderna e inteligente que sabe que está en uno de los territorios más hermosos del planeta y que tiene la responsabilidad de cuidarlo, y cuidarse a sí misma en la Justicia y en la Paz.
Adelante pues, con el Pacto Histórico.