Leyendo y viendo reacciones sobre la bendita cancioncita de Shakira que nos tiene a todos hablando mierda por aquí hace una semana, me encontré con un vídeo de Jaime Bayly en donde menciona una frase de Borges que yo no conocía: “El lujo es una vulgaridad”, parece que dijo el brujo bonaerense, y creo que entiendo de dónde viene esta expresión, que me ha encantado y me ha parecido muy buena.
Yo creo que Borges se refería, precisamente, a la cosificación representada ejemplarmente en la canción de Shakira, en la asociación que hacemos entre el “valor” de una persona y su representación material. ” Yo soy un Rolex y un Ferrari y tú eres una Twingo y una Casio”, olvidándonos de que, quizá las personas más valiosas, las que quedan, no tienen ni siquiera un reloj en su muñeca.
Hace 9 años estuve en Colombia y recibí un día en Barranquilla la visita de mi cuñado y mi sobrino, cuando aún hablaba con ellos (las cosas se agriaron durante la epidemia de COVID).
Recuerdo que estaba a punto de cambiar mi celular por uno más nuevo, y le dije a mi sobrino que, tan pronto lo cambiara, le iba a regalar el que en ese momento tenía, un iPhone 4, si no recuerdo mal, que para un pelao de 11 años estaba más que bien en ese momento.
Mi sobrino se emocionó y estaba feliz, contándome que al fin iba a tener un iPhone, “porque en su colegio, si tú no tenías un iPhone y no eras socio del Country Club, no eras nada”.
Ya se imaginarán la carcajada que solté después de oír esa métrica de valor infantil-barranquillera, que por cierto no me era del todo ajena. En mi época no eran los iPhone o los clubes los que tanto daban “valor” sino los viajes a Miami, y entre más tú fueras a Miami, más valías. De hecho, aquellos que tenían apartamento en Miami era los “reyes” de la sociedad local.
Yo me pregunto, viendo las cosas en retrospectiva, si ese pecado de Shakira al asociar valor con logros materiales no será un pecado generalizado de la sociedad en donde creció. Después de todo, como decía Graham Greene, “la niñez es la cuenta bancaria de todos los escritores y artistas”.
Shakira no era una niña rica de pelada, y su padre incluso ha contado las peripecias que a veces tenía que hacer para pagar por su colegio, o darle ciertos gustos. Yo me pregunto si la niña en ella que creció en esa Barranquilla fantoche y materialista de los 80s y 90s no es la “cuenta bancaria” de sus valores.
Fuera de eso, viniendo de una familia de origen sirio-libanés, esos trazos materialistas quedaban acentuados (acá, en los Estados Unidos, no hay nada más superficial que los iraníes de Los Ángeles y otra gente venida del Medio Oriente como las Kardashian).
Y digo todo esto porque la pelada es inteligente, ella hubiera podido sacar una letra mejor. Pero herida como esta, recurrió a sus más básicos instintos, a su naturaleza más primaria, y eso son sus años púberes en la “plástica” Barranquilla de toda la vida.
Y todo esto queda más resaltado con la actitud de Piqué, quien se está gozando todo este show como enano en feria. Le regalo Casios a sus amigos, fue al trabajo en un Twingo alquilado y está muerto de la risa. En otras palabras, esas comparaciones materialistas no hacen parte de su cultura, no le dicen nada a él, son un objeto de burla. Es otra cultura, otros valores. La reducción de la brecha en sociedades del Primer Mundo ha hecho que estas sean sociedades “post-payasada”, para usar la expresión de Piqué. Por eso es que a veces ustedes ven a un italiano, o a un alemán, o a un gringo, que va a Colombia y conoce a una mulata de Blas de Lezo y se casa con ella, y la gente frívola y superficial de las clases altas colombianas no entienden esa vaina. Ese tipo viene de una sociedad “post-payasada”, a él no le importa si esa mulata es una dama de sociedad, o si tiene o no tiene. Lo más probable es que se haya casado con ella porque la mulata es tremendo polvo y eso es lo que él necesita en su vida, nada más que eso.
Yo voy a ir un poco más allá de donde ha ido todo el mundo con este cuento, y diría que, ese choque de visiones entre lo que es sobrio y lo que es vulgar, no es solo una crítica a Shakira, sino que, además y por extensión, es una CRÍTICA A BARRANQUILLA Y SU SOCIEDAD, que es la cuna de esa Shakira que hoy compara a gente con Ferraris y Twingos.
Rubencito Blades, de quien me considero un fan consumado, tiene una canción con los “Seis del Solar” que se llama “Ligia Elena”. Es la historia de una pelada de sociedad de una ciudad del Caribe, tal cual como Barranquilla, que se enamora de un simple trompetista, y es feliz con ese trompetista, a pesar de sus carencias materiales. La ciudad puede ser Barranquilla, puede ser Cartagena, puede Ciudad de Panamá, puede ser San Juan, puede ser Caracas, puede ser incluso Miami. El asunto es que (dice el estribillo) “Ligia Elena está contenta y su familia está asfixia.”.
Es decir, Ligia Elena hizo el tránsito hacia una sociedad “post-payasada” y es feliz desconectada de los marcos sociales de su medio.
Pero, a ritmo de vulgares reguetones e involuciones artísticas como la de Shakira, parece que la sociedad avanza hacia la payasada total.
No sé qué va a ser de mi vida en 20 años. Mi máxima aspiración es terminar mis días en túnica y sandalias, meditando en algún lugar modesto del Mediterráneo. No veo en mi horizonte cercano el deseo de un Ferrari o un Rolex.
De pronto es que no seré “nada”, quizá nunca lo fui. Pero si alguien ya vive en un mundo post-payasada, soy yo. A esta edad ya solo tengo y hago lo que me hace feliz, sin representaciones.
Es más: siento que soy el TERROR de los “payasos” jajajaja, ¿si o qué?
Ahora los dejo porque voy a comprar el pan y unos huevos en mi cicla playera con canasta. ¡Ojalá no me vea por ahí ningún barranquillero conocido!