En una parcela demostrativa dentro de su terreno en Montería, la Universidad de Córdoba consiguió resultados satisfactorios de un ensayo que permite cultivar fríjol Caupí que crece de forma vertical y erguida (alrededor de 80 y 100 centímetros, dependiendo de las condiciones ambientales), lo que eventualmente mejora la labor de cosecha, cuando por necesidad y extensión del área la recolección deba hacerse de forma mecanizada.
Se trata de las variedades que por ahora los científicos de la Facultad de Ciencias Agrícolas han denominado, sin que sean nombres comerciales aún, línea LM 27 y línea LM17, también enriquecidas con alto contenido de hierro y zinc, y que podrían ofrecer hasta el doble en rendimiento de cosecha. Las variedades hacen parte de cuatro materiales genéticos de la Unicórdoba que ya fueron aprobados por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA).
“En sus variedades criollas el frijol tiene un hábito de crecimiento indeterminado, con mayor dificultad de cosecha para las personas, al tener que levantar las guías para arrancar las vainas donde viene la semilla. Eso también limita un poco los aspectos fitosanitarios, porque esa característica de la planta promueve que se desarrollen enfermedades que afecten eventualmente el grano; entonces, un hábito de crecimiento erecto o determinado favorece esa labor de cosecha mecanizada, con beneficio también para la agricultura familiar”, explica el profesor Iván Javier Pastrana Vargas, adscrito a la Facultad de Ciencias Agrícolas de Unicórdoba.
Agrega el profesor Pastrana, magíster en Ciencias Agronómicas y doctorando en Ciencias Agrarias, que estas variedades contienen cantidades de hierro superiores a 60 miligramos por kilogramos y más de 30 miligramos por kilogramos de zinc.
“En cuanto a rendimiento, si comparamos con la media en nuestra zona estamos hablando de alrededor de 700 kilos por hectárea, mientras el rendimiento medio de Caupicor 50, semilla liberada por el programa de mejoramiento genético hace algunos años y que sigue vigente en las áreas productivas, está entre 900 kilos y un poco más por hectárea”, explica el profesor Pastrana.
Esta práctica experimental se enmarca en el proyecto: ‘Investigación en el Manejo Sostenible del Sistema de Frijol Caupí, Para Mejorar la Productividad y Reducir los Problemas de la Inseguridad Alimentaria del Departamento de Córdoba – Magdalena, con Recursos del Sistema General de Regalías’, al cual se hizo meritorio la Universidad de Córdoba a partir de su reconocimiento mundial y experiencia científica.
El programa de mejoramiento genético del frijol Caupí, que en honor a la universidad se ha denominado a dichas semillas Caupicor 50 y Caupicor 55, lleva un poco más de 15 años, a partir de una iniciativa del profesor y científico unicordobés Hermes Aramendiz Tatis, investigador Emérito del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
El proyecto es liderado por la Universidad de Córdoba, y tiene como aliados a la Universidad del Magdalena, a la Federación Nacional de Cerealistas, Fenalce, y la Fundación Canal del Dique.