VACAS SAGRADAS DEL CARIBE- Por: Felipe A. Priast

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¡Qué difícil que se ha vuelto hablar con sinceridad por estos lados, Dios mío!
Pareciera que cualquier cosa que yo opino últimamente es un ataque frontal a las vacas sagradas del Caribe Colombiano, en especial, a las vacas sagradas de Barranquilla. No se puede decir nada crítico sobre Gabriel García Márquez (un escritor hecho en Barranquilla), Shakira, los Char, el Junior, el Carnaval, etc., porque por ahí le tocas el ego a alguno.

La sensibilidad de los barranquilleros y caribes para con sus vacas sagradas me recuerda a una chica de Argentina, de Rosario para ser más precisos, con la que alguna vez salí siendo un pelao. Alta, atlética y bastante atractiva, se declaraba a sí misma “guevarista, canalla y cumbiera” ,lo que traduce en buen castellano en una seguidora del Ché Guevara, una hincha de Rosario Central y una fanática de la cumbia (argentina). Esas eran sus pasiones en la vida..
De izquierda la chica, claro, y creo que era maestra en un colegio de primaria, nunca lo olvidaré.
Así están buena parte de los barranquilleros que me siguen por aquí. Creo que a muchos de los barranquilleros que me siguen por aquí los podríamos clasificar como “garciamarquianos, shakiristas, carnavaleros y tiburones”, con el agravante de que algunos también se auto clasifican como “charistas”, lo cual es un vaca sagrada opcional y de bastante poca integridad.

Creo que esta comparación entre barranquilleros y argentinos es válida, pues ambos pueblos son pueblos de inmigrantes con un pasado pretérito “glorioso”. Es decir, lugares en donde sus habitantes aún viven de su pasado, no de su presente. Proteger a sus vacas sagradas es casi que una obligación en pueblos así para poder mantener el ego y la auto-estima, ya que ahora hay poco que mostrar.

Todo esto, claro, a raíz del libro póstumo de García Márquez “En Agosto nos vemos” que acaba de ser lanzado a nivel nacional e internacional y que yo ligeramente critiqué ayer por acá. Toda la mitología del “Grupo de Barranquilla”, y la “Cueva”, y la “Barranquilla de Gabo” queda amenazada con cualquier comentario sobre el autor, y creo que hay algo de miedo en tanta sensibilidad. Y yo voy a explicar ese miedo, porque creo que lo entiendo.

Barranquilla, el Caribe en general, Colombia en general e incluso toda Latinoamérica, diría yo, vive de “héroes hechos”, no de héroes por hacer. Ni Barranquilla, ni el Caribe Colombiano, ni Colombia ayudan a hacer a alguien. Casi todo el que consigue algo en Colombia lo hace alcanzando primero la fama afuera, o haciéndose afuera, para después regresar como “héroe hecho”.
Una vez tu haz alcanzado ese lugar de “héroe”, o has adquirido fama afuera, trayéndole gloria a tu ciudad o país, ocurre algo interesante: te vuelves intocable, pero no porque en realidad seas intocable sino porque ahora tu fama y gloria es el salvavidas del que se agarran todos en tu ciudad y país para sentirse “grandes” también. Es decir, tu grandeza le refuerza el ego a un poco de gente del montón que siente que, siendo tu uno de ellos, quiere automáticamente decir que ellos son tan grandes como tú, cuando en realidad se trata de gente común y corriente, o simples pobres diablos.
En países como Colombia, con tan pocos “héroes”, cada individuo exitoso carga como con un millón de pobres diablos a sus espaldas a los que les levantan el ego “por asociación de lugar”. Es algo así como “si Gabo, que era de Aracataca es un grande, yo que soy de Fundación, que está cerquita, también debo ser un grande”. Esa es más o menos la idea.

En el caso de García Márquez está “grandeza por asociación de lugar” se magnifica a casi todo el país, pues el personaje en cuestión es enorme, pero en especial en la Costa Caribe, en donde la universalidad de García Márquez se traduce en la supuesta universalidad de todos los colombianos caribes.
Así, las arepas de huevo deben ser un platillo majestuoso porque Gabo las comía, y el Paseo Bolívar en Barranquilla debe ser el centro del mundo literario, porque ahí era en donde Gabo escribía; y el vallenato debe ser la mejor música del mundo porque a Gabo le gustaban los vallenatos. Esa es más o menos la idea. García Márquez como “booster” de la auto-estima y el ego de todos los individuos caribes. De ahí que decir algo crítico contra Gabo equivalga a decir algo crítico en contra de cualquier colombiano del Caribe.

Entonces, cuando iconoclastas como yo que no respetan ídolos se meten con Gabo (jeje), en realidad te estás metiendo con ellos directamente porque el grandiosismo de Gabo es lo que hace que ese pobre diablo que no es nada crea que las arepas de huevo son la maravilla, y que el vallenato es música sagrada, y que el Junior es lo máximo y que Barranquilla es una tierra de genios literarios, cuando nada de eso es cierto. En otras palabras, la mitología que rodea a García Márquez es su propia mitología, y los hombres mediocres necesitan de una mitología comunal para sobrevivir en un mundo bastante competitivo y desafiante. Hay que creer en la grandeza del “hombre Caribe” personificada por Gabo, para que esa grandeza también me toque a mí, para que también me cubra a mi. Es una especie de “si Gabo fue la verga yo también debo ser la verga porque mi mamá era vecina de la mamá de él”, algo así.

De todo corazón lamento resquebrajarle sus mitos y sus egos, mi estimados connacionales caribes. Se me critica recurrentemente que yo tengo mucho ego, y esa crítica creo que es cierta. La diferencia entre mi ego y el de ustedes, sin embargo, es que mi ego solo está hecho de lo que yo he logrado, no es comunal, como la del resto de caribes. A mi la grandeza de García Márquez no me cubre, yo no me agarro de ella. En realidad, yo soy uno de los tipos más honestos que ustedes van a conocer en sus vidas, probablemente, porque yo solo me creo de lo que yo hago y de lo que yo puedo justificar. Eso brinda libertad para hablar y decir lo que sea, sobre lo que sea, sin miedo a auto-herir mi ego, porque mi ego no está construido por los logros de otros con los que yo estoy asociado por una u otra razón, y eso, es honestidad para con uno mismo y para con el pueblo de uno.

Ahora, les voy a dar un consejo a todos ellos que se “arropan” con los logros de otros por asociación para cultivar su propio ego: nadie que se arropa con los logros de otros alcanza algo en la vida. Los logros de García Márquez, y los de Shakira, y los de la Toti Vergara y demás personajes famosos son logros de ellos, no tuyos. Si tú quieres ser un grande, haz algo grande tu, no te arropes con la grandeza de otros, ensanchando tu ego por asociación. Atacar a todo aquel que se meta con Gabo porque el man era Caribe y tú también eres Caribe es una niñada. Deja a Gabo quieto y no te metas a defenderlo que, incluso después de muerto, un tipo de esa grandeza aún puede defenderse solo.

Tú, dedícate a defender lo tuyo, no lo de Gabo, que lo de Gabo es de él, no tuyo.
No construyas tu ego con el de Gabo porque, cuando Gabo se caiga, si es que algún día se cae, tú y tu ego se van a caer con él, y caerse así da lástima. Puedes dar tu opinión sobre su obra, e incluso defenderla a nivel intelectual, pero no construyas tu ego o tu auto-estima con las proezas de él.
Y lo mismo aplica para Shakira, Alex Char, la Toti, y cualquier otro ídolo de piedra o barro que haya emanado de nuestra cultura Caribe.

Siguiendo con el cuento de mi antiguo “date” argentino que se declaraba “guevarista, canalla y cumbiera”, yo me declaro “Felipista, felipista y felipista”.

Mi ego solo está construido con “felipismo”  yo no me agarro de nadie…

Y yo si que podría agarrarme de Gabo. Sus abuelos paternos eran del mismo pueblo en donde creció mi vieja. No es naà y echemos pa’ tras algunas generaciones y descubramos que Gabo era pariente distante mío, pero yo de Gabo no me voy a agarrar, sea o no sea pariente lejano mio.
Ya les dije: felipismo, felipismo y felipismo, aquí no hay más conmigo, sea lo que sea que yo sea en la vida…


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