La malignidad en la administración pública nuestra no es asunto de percepción, es tan real que este cáncer social y viral hace metástasis cada vez más y no se encuentran aún las salidas para liberarnos de los efectos que ella genera.
Pero existen aún para bien hombres valerosos y ecuánimes que dentro de la oscuridad encienden una cerilla generando luz de esperanza, encargados de expresar con sus actuaciones y procederes, sus idearios siguen siendo como ellos, aplicando la rectitud, el carácter recio y desde luego la humildad.
Destacamento esencial que en estos momentos precarios y de afugia ética muestra el doctor Eduardo Verano De La Rosa, actual gobernador del departamento pujante del Atlántico, mandato que le fue transferido por sus electores, gracias al interés y al dinamismo mostrado, cuando aliado con personas como él se propusieron hacer de su territorio un espacio reservado al progreso, mucha paz y excelentes condiciones de vida para sus habitantes.
Verano de la Rosa como todo intelectual de la política es cauto, prefiere actuar y no hablar, publica su gestión y haceres con obras importantes, igual maneja las relaciones con sus dirigidos, buscando cumplir lo ofrecido y más aún, a saldar con eficacia el programa inscrito.
El Atlántico es a la fecha el modelo de un espacio bien dirigido, regentado por un mandatario lúcido, capaz y encaminándolo hacia la modernidad, amparado y escudado en el inventario oficioso que hace junto a su equipo de Gobierno cada vez que camina, o escucha su gente.
Los demócratas y amantes de sus tierras porteñas silenciosamente han establecido una alianza fructífera, entregando el aval ciudadano a su líder, tomándolo él como todo un adalid, emprendiendo las acciones necesarias y construir un emporio armonioso, tal como lo merecen, además, haciéndose acompañar por eminentes figuras en procura de lograrlo.
Cuánto ansiamos los caribeños tener muchos así como él, un prototipo de mandatario con conciencia social, pero es todo lo contrario. Hoy estamos avergonzados y hasta trémulos de lo que cotidianamente sucede, pidiéndole a Dios porque haga aparecer otros que lo emulen, esperamos que algún día será, pues las cosas tardan pero al fin terminan llegando.
No queda más que felicitar a los atlanticenses, con envidia sana suspiramos delirantes que este hombre que dirige sus destinos pueda seguir en la brega para rescatar a una sociedad que perdió su ideario, que solo él ha venido como golondrina en invierno a decirnos y a demostrarnos que no todo está perdido, que todavía existen personajes con caladas virtudes, principios y valores, a quienes les auguramos éxitos y continuación en su brega para hacer ver con efectividad inequívoca que aún hay varones comprometidos con su patria, la cual con urgencia los necesita, pues no todo es adverso, la suerte nos ha abandonado por momentos, pero a buena hora aparecerá como ha hecho con el ilustre gobernante atlanticense que ya cumplió su ciclo en lo seccional, debe encaminarse a tareas de tipo nacional en donde estamos completamente seguros que encontrará el apoyo que necesita y que se merece.