La salvaje golpiza que le propinaron los uniformados, de acuerdo con los resultados de la necropsia, arroja, según el reporte médico, que Ordoñez tenía nueve fracturas en el cráneo y rostro, lesiones en las costillas y quemaduras en su cuerpo, aparentemente por las descargas de las pistolas «táser» y también el hígado reventado.
Entre los muertos, la cuenta abrumadora es que todos eran jóvenes, por debajo de 30 años, la mayoría impactados en el tórax y en el abdomen con armas de fuego, es decir tiros mortales, aunque se habla de balas perdidas en medio de los disturbios y la confusión.
Javier Ordóñez es el nombre al que la fatídica suerte pone en primer plano mundial esta insólita e inédita página de barbarie policial en Colombia.
Demencial y propio de una película de terror y abuso lo que ha ocurrido en los últimos días en Colombia con el vil asesinato del abogado Javier Ordoñez a manos de uniformados de la Policía Nacional.
La frase que hiciera famosa el mexicano Roberto Gómez Bolaños con el inolvidable Chapulín Colorado, ahora en lugar de generar risas, es la que ronda seriamente en la mente de una ciudadanía que atraviesa por la peor crisis de confianza y credibilidad ante instituciones a las que siempre acudió para buscar la defensa de sus derechos, como la Policía Nacional.
Y aunque el tema lamentablemente no es nuevo, ni en el país ni en el mundo, que la fuerza policial se imponga a como dé lugar, no para la defensa de los ciudadanos sino para agredir, lo más reciente que ha desatado toda esta orda de desconcierto, dolor, impotencia y resentimiento social vestido de vandalismo, fue la muerte brutal de Ordoñez, con quien sus verdugos no tuvieron un mínimo acto de piedad.
Y además de dolida y atónita, desde este columna manifiesto que como ciudadana y periodista siempre he creído y respetado a instituciones como la Policía, les he confiado situaciones que he vivido y sé perfectamente que no todos los que portan el uniforme son personas capaces de cometer estos hechos que repudio totalmente, sino por el contrario muestran clara vocación de servicio, conscientes de la importancia de impartir verdadera justicia.
Pero no es esto lo que hemos visto en esta fatídica hora y no puedo quedarme callada porque además tengo hijos, a uno de ellos le aterra la figura policial sin que nunca haya tenido percance, pero desde niño me ha manifestado su temor, y no imagino lo que pudo sentir Javier, quien estudió derecho para defender, con argumentos, las causas de las personas, percatándose, en ese instante fatal, que sus ruegos no valían para nada y era violentado hasta la muerte.
La salvaje golpiza que le propinaron los uniformados, de acuerdo con los resultados de la necropsia, arroja, según el reporte médico, que Ordoñez tenía nueve fracturas en el cráneo y rostro, lesiones en las costillas y quemaduras en su cuerpo, aparentemente por las descargas de las pistolas «táser» y también el hígado reventado.
El informe señala que además de los golpes con arma contundente en su cabeza, se sumó un estado de fibrilación cardíaca debido a las descargas eléctricas de que fue objeto con las ‘taser’ y el alicoramiento que presentaba.
Nada justifica esa violencia contra Ordoñez, ni su ebriedad ni lo que dijera en ese estado a los policías, era un ser humano como cualquier otro y merecía respeto, consideración y cuidado por parte de la fuerza pública.
Las muertes tras las protestas
Y para colmo de males, en esta tragedia no paró todo, la muerte continuó paseándose por Bogotá y la triste excusa fueron las protestas. El saldo de no creer, de acuerdo con los reportes de noticias es que trece civiles murieron y 403 personas resultaron heridas, entre ellas 194 policías.
Entre los muertos, la cuenta abrumadora es que todos eran jóvenes, por debajo de 30 años, la mayoría impactados en el tórax y en el abdomen con armas de fuego, es decir tiros mortales, aunque se habla de balas perdidas en medio de los disturbios y la confusión.
Uno de los familiares de los muertos dijo: «Los policías estaban disparando como locos… todo mundo estaba disparando».
Un menor de 17 años, Jaider Alexánder Fonseca, quien trabajaba como domiciliario en un asadero, recibió cuatro impactos por arma de fuego en el barrio Verbenal, en la localidad de Usaquén, ¿cómo pudo pasar?
Julieth Martínez, de 18 años, quien estudiaba psicología e inglés, recibió el impacto de una bala perdida cuando se dirigía a su casa, junto a una amiga suya, no estaba participando en las protestas y su familia afirma que no sabe quién disparó la bala, si la Policía o civiles.
Fredy Mahecha, un guardia de seguridad de un centro comercial, tenía 20 años y recibió también un disparo en el tórax.
Germán Smith Puentes, domiciliario de 25 años, iba en su bicicleta, otro de los muertos que quedó atrapado en medio de las protestas cuando intentaba llegar a su casa y recibió un impacto en la cabeza.
Andrés Rodríguez, de 23 años, recibió un impacto en el tórax, no sobrevivió a una cirugía.
Angie Vaquero, 19 años, recibió un impacto de bala en el abdomen y tampoco logró sobrevivir porque la herida comprometió sus órganos vitales.
Julián Mauricio González, de 27 años. Era ingeniero, trabajaba en una empresa de gas y recibió un disparo en el abdomen. Tampoco sobrevivió a pesar de los esfuerzos médicos en el Hospital de Kennedy.
Cristian Andrés Hurtado, de 31 años, ingeniero industrial baleado en Soacha y así mismo Lorwuan Estiben Mendoza, de 26 años.
Faltan nombres en esta lista que produce lágrimas de indignación, a las familias de todos ellos, las autoridades les deben más que una explicación y por eso no es difícil entender por qué la gente se pregunta ahora: «cuál es la protección que tenemos los bogotanos?, ¿a quién acudimos?».
¿Quiénes han puesto la cara?
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, sin duda, ha tenido la postura más crítica, dura y férrea frente a la Policía, ente que le debe obediencia por su cargo. Desde su cuenta de Twitter precisó: «Asesinaron a Javier Ordóñez y dispararon indiscriminadamente a ciudadanos: #Septiembre9 68 heridos, 7 muertos; #Septiembre10 8 heridos por armas de fuego. Desobedecieron instrucciones expresas y públicas de la Alcaldía. ¿Entonces a quién obedecen? Urge justicia, acción y reforma!»
La mandataria fue enfática: «Ejercer la autoridad conforme a la Constitución es una garantía fundamental en una democracia: sin confianza y sin respeto de los ciudadanos no puede haber ejercicio de autoridad. Condenamos este y otros casos de abuso de autoridad que ha habido contra jóvenes, contra personas trans… no admitimos el abuso de autoridad en Bogotá. El abuso policial es inaceptable».
«Lo que legitima la actuación de una autoridad es que ejerza de manera legítima, sin ningún tipo de abuso. En el video se ve que hay un ciudadano en estado de alicoramiento, que ya estaba siendo controlado y que lo único que estaba pidiendo era que no lo agredieran más. No hay una explicación clara y el ciudadano termina falleciendo», manifestó la alcaldesa.
López se reunió con el procurador general de la Nación, Fernando Carrillo, a quien le compartió información sobre las indagaciones que ha realizado la administración distrital sobre la acción de la fuerza pública y el vandalismo que se ha presentado durante las protestas en la ciudad y aseguró que éste asumirá los 72 casos de las personas que fueron heridas con arma de fuego, recientemente.
López indicó que el Presidente de la República negó la posibilidad de hacer una reforma interinstitucional a la Policía Nacional, como ella lo ha solicitado, lo cual lamentó por considerar que es urgente dicha reforma que permita que la Policía tenga un trato justo con la sociedad civil.
«Pedí una citación al procurador y al presidente en la que les entregué las pruebas donde se muestra a policías uniformados que tratan de ocultar su uniforme disparando contra la sociedad civil, era una hora y media de vídeos, 119 denuncias de ciudadanos que manifiestan ser víctimas de agresión policial o de disparos, pedimos que se ordene la identificación y se retire de la Policía a quienes usaron la fuerza. No pueden seguir usando el uniforme», subrayó la alcaldesa.
El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, expresó, por su parte, que «la Policía Nacional pide perdón por cualquier violación a la ley o desconocimiento de los reglamentos que haya incurrido cualquiera de los miembros de la institución».
Holmes Trujillo indicó que los uniformados involucrados en el hecho fueron citados a audiencia de imputación de cargos presunto por abuso de autoridad y homicidio y confirmó que se «notificó la suspensión de sus cargos para proceder a apartarlos de la institución, no se manipulen las pruebas y no se obstaculice la información».
A la fecha, ya son siete los policías apartados de sus cargos en medio de la investigación. La Fiscalía tendrá la responsabilidad de actuar contra los dos patrulleros implicados en el homicidio de Javier Ordóñez, también contra los cinco uniformados retirados de sus cargos. Serían procesados por homicidio y otros por omisión.
No rotundo a las voces que atizan la violencia
Y en medio de este panorama enrarecido, no puedo dejar de mencionar, el daño que hacen las personas que, de una u otra forma, incluso desde sus cuentas de twitter atizan la violencia que entraña más violencia al país.
El vandalismo no es justificable de ninguna manera, no le devolverá la vida a Javier, como lo ha dicho incluso su familia, el ser humano que fue, hijo, familiar, compañero de vida, padre, amigo, vecino, profesional, ya no está y ahora solo puede darse un elemento redentor: que haya claridad total y justicia, esa en la que él creía y por la cual estudiaba.
Pero lo responsabilidad es mayor cuando se trata de cuentas que tienen muchos seguidores y cuando una situación de orden público tan aguda no debe ser aprovechada por la tan cacareada polarización política en la cual estamos inmersos desde hace años.
Y solo uso dos ejemplos para la reflexión de los lectores: «Han construido una política de seguridad basada en la muerte, han llevado a la policía a ser fuerza letal y no civil y han llevado el país a una dictadura»: Gustavo Petro.
«Mejor toque de queda del Gobierno Nacional, Fuerzas Armadas en la calle, con sus vehículos y tanquetas, deportación de extranjeros vándalos y captura de autores intelectuales. Mejor que muertos, policías heridos, que destrucción de CAI, riesgos a Transmilenio y al Tranvía de Medellín»: Álvaro Uribe.
Finalizo diciendo, al cierre de esta columna que la alcaldesa de Bogotá ha citado este domingo a un acto de reconciliación que incluye un concierto de jóvenes, una velatón y un cacerolazo desde casa.
Se necesita mucho trabajo de equipo, de todas las instancias posibles para recuperar lo perdido. El agua derramada que ha minado la confianza y la fe en las autoridades. Mucha voluntad de cambio y políticas claras y transparentes.
Mi alma llora por una Colombia herida gravemente, no dudemos en reaccionar pero con ideas que aporten, no con actos y palabras violentas, ahora pueden venir por ti o por mí y quién está presto para defendernos? Tomado: El /E..